El Aguas de Sousas regresará a la LEB Plata tras su derrota en Palencia y después de una campaña desilusionante desde el inicio de la competición

Adiós a un año para olvidar

No por esperado es menos duro. Quizá porque si en algún momento la afición del COB confiaba en el milagro era ahora, al final.
No pudo ser. Tuvo que ser en la última jornada, pero el descenso de barruntó casi desde el inicio.

El inicio de Liga fue preocupante con un COB cimentado en los arreones y nunca en la colectividad. Mokongo nunca gustó a la grada ni al vestuario, Ehambe pagó los platos rotos de los primeros nervios, la lesión de Onyekwe cortó la progresión y los nacionales no tuvieron peso en el juego ni golpes de genio que reivindicasen su situación.

El COB se fue hundido en la clasificación poco a poco. Primero con finales en los que siempre salió cruz y después con juego cada vez más pobre, timorato y lastrado por los nervios y las dudas. La llegada de Starosta no cambió nada.


CAMBIO DE ENTRENADOR

En la jornada 18 se agotó el crédito de Paco García. Fue después de un demoledor 51-71 ante el Axarquía y en un Pazo que no aguantó más el escarnio. El bageje, demoledor: 3-15.

Con una derrota más en el casillero llegó Rafa Sanz. El técnico marcó pronto el territorio y cambio el rumbo del equipo.

La llegada de Rod Brown dio coherencia al juego y poco a poco se fueron subiendo jugadores al carro. La primera reacción se cortó en Girona con un partido injustificable y Huesca pareció dar la puntilla con siete jornadas para el final.

Rafa Sanz tiró de la manta y el equipo volvió a reaccionar. Ya a la desesperada y contra las cuerdas, el COB fue creyendo y haciendo creer a su público en lo que parecía imposible. Cuatro victorias en seis jornadas dejaron a los ourensanos a tiro de la permanencia y con un partido por jugarse.

El desenlace ya se conoce. Triste por la consecuencia pero justo por una temporada plagada de errores y deméritos.

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