Támara Echegoyen y Begoña Fernández rememoran el 11 de agosto de 2012, cuando ganaron sus medallas olímpicas en los Juegos Olimpicos de Londres

Un año después de la gloria

Támara Echegoyen y Begoña Fernández un año después. Un año ha pasado desde que la ourensana y la viguesa consiguiesen el oro y el bronce en los Juegos Olímpicos de Londres. La ourensana Echegoyen conquistó junto a Sofía Toro y Ángela Pumariega la victoria en la modalidad de vela Match Race, a la vez que la viguesa Fernández, capitaneando a la selección de balonmano femenina, ganaba a Corea en el partido por el tercer y cuarto puesto.
Ambas recuerdan aquel día como si fuese ayer. 'Todos los días recuerdo lo bien que me lo pasé, que era lo importante. Independientemente del resultado, el objetivo era pasármelo bien, y si volvía con el oro pues perfecto', afirma Echegoyen. 'Me acuerdo perfectamente, ese momento no se me va a olvidar en la vida. Ya no sólo el podio, si no todo en general. Fue un partido muy duro, con dos prórrogas... Nos costó muchísimo ganar', asegura Fernández.

Y es que el transcurso de los Juegos Olímpicos no fue sencillo para ninguna de las dos. 'Llegamos a Londres un mes antes para hacer unas pruebas de entrenamiento y los porcentajes eran muy bajos, bastante más de lo que habíamos hecho durante toda la temporada', confirma Támara, que empezó la competición sin tener la responsabilidad de ser favorita. 'Nos quitamos la presión desde el principio. Lo que queríamos era navegar tranquilas, pero sabíamos que era una oportunidad única que no podíamos dejar pasar'. Y Begoña deja claro que sus Juegos 'no fueron fáciles para nada. Empezamos perdiendo contra Corea y ya nos dimos cuenta que era un toque de atención para hacer las cosas mejor de ahí en adelante. Teníamos que espabilar y lo hicimos'.

La imagen que siempre se queda en la retina de la gente es el momento del podio y del himno, pero ambas aseguran que el momento más especial es el final de la prueba. 'El sentimiento más fuerte fue al cruzar la meta, cuando te das cuenta que has ganado, que has conseguido el oro, pero no te fijas en el nivel de la victoria, que acabas de ganar unos Juegos Olímpicos. Es una sensación extraña porque tienes ganas de llorar, de reír, de saltar... Además de la energía que llevas en el cuerpo en ese momento, que también se nota', dice Echegoyen. Y Fernández describe el final de partido como 'inolvidable. Cuando acabó lo único que hacía era llorar como una magdalena, no podía parar. Ver a mis amigas, a mis familiares en la grada, fue precioso, casi indescriptible'.

Ya en el podio, la emoción es incontenible: 'Después de llorar, al subirme al cajón sólo podía sonreír, sin parar. Me hizo muy feliz que hubiese tantos españoles animándonos en la grada', apunta la viguesa. En el caso de Echegoyen, la alegría no llegó en forma de sonrisa, si no en forma de movimiento: 'Cuando subes al podio es una sensación excepcional pero muy difícil de describir, porque estás muy feliz pero también muy sorprendida por lo que acabas de hacer. Es un momento en el que eres una bomba y cuando estallas ya no sabes qué hacer. En mi caso, cuando exploté lo hice saltando, no podía parar'.


SUEÑO Y RECOMPENSA

Ganar una medalla no es algo que se consiga fácilmente, requiere un importante trabajo en la sombra. Así lo quiere dejar claro Fernández: 'Ganar un bronce es un sueño hecho realidad después de tantos años dedicados al balonmano, con un trabajo de gente que se sacrificó un montón tanto por mí como por mis compañeras. En gran parte, el triunfo se lo debemos a esas personas. Su esfuerzo y el de todas nos hizo cumplir ese sueño que al principio veíamos lejano'. Para Echegoyen esa victoria recompensó el trabajo de toda una vida: 'Desde siempre me he dedicado a la vela y las categorías más pequeñas, como puede ser el Vaurien, me valieron para ser lo que soy ahora'.

En cuanto al futuro, la medalla no influyó igual en las dos deportistas. Para Fernández, ganar un bronce 'no ha supuesto un gran cambio' en su vida. Simplemente es el cumplimiento de un sueño, pero a nivel deportivo y personal no ha provocado una gran transformación en mí', detalla Begoña, actualmente jugando para el Vardar macedonio. Todo lo contrario sucedió con Támara, que sufrió un gran cambio: 'Cuando ganas una medalla de oro, los apoyos económicos aumentan y eso te facilita entrenar más, competir más, y por lo tanto mejorar mucho. Ahora, empiezo una nueva aventura con Berta Betanzos en otra modalidad, así que va a ser un gran cambio para mí'.

Un año hace que Begoña Fernández se convirtió en la primera viguesa medallista olímpica y que Támara Echegoyen fuese la primera campeona olímpica gallega. El 11 de agosto siempre quedará en su memoria.

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