El Melilla tiró de galones para remontar un partido en el que siempre fue a remolque para acabar con la racha de los ourensanos en el Pazo

El COB se complica la vida

Los jugadores del COB abandonan 'tocados' la cancha tras la derrota ante el Melilla. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
Cabezas bajas en la pista y silencio en la grada. Ni un reproche, tímidos aplausos cuando los jugadores encararon el vestuario. Así se puso punto y final a un partido que despertó al COB de un idílico sueño ganado a pulso durante meses de mejoría constante.
La ley de la selva se cumplió en el Pazo en una LEB Oro que suele ser fiel a esa norma no escrita. El grande se comió al chico. El COB jugó mejor y quizá mereció más. Mandó en el marcador hasta que sólo quedaban segundos pero no tiene la pegada del Melilla. Los jugadores melillenses ni sienten ni padecen pese a tener al decano de la categoría al borde del descenso pero tampoco necesitan ese plus para tumbar a equipos más justos de recursos. La calidad innata sirvió para mantenerse en partido en cada arreón de los locales. La experiencia les dio el triunfo. Al COB se le nubló la lucidez en sus dos bases y se le encogió el brazo a sus tiradores. Enfrente, Castro y Riera sumaron y Sánchez y Scott sentenciaron. Justificaron nóminas impensables en quienes los defendían.

Hasta el epílogo, el COB volvió a confirmar su mejoría. Una fluidez ofensiva plausible en la que los rivales no son capaces de limitar la cantidad de tiros liberados que consiguen. Una sucesión de triples sin dependencia alguna de Barbour para convertir el partido en una goma con sensación de querer romperse cada diez minutos. 35-28 al inicio del segundo cuarto ya con Movilla y Gibbs gustándose y las rotaciones superando el rendimiento de los titulares. 64-57 a cinco minutos del final del tercero liderados por un gran Julio González que además dejó a Francis Sánchez sin anotar en todo el cuarto. 79-72 a 3,46 para el final del partido con cinco puntos consecutivos de Barbour.

Las tres veces el COB se quedó a dos defensas más o dos canastas más de conseguirlo. Las tres apareció una antideportiva, una pérdida absurda, un rebote sin dueño, un palmeo involuntario o un tiro cómodo que no quiso entrar. Esta vez la fortuna no hizo guiño. La Liga es justa y la complicidad del azar de las citas anteriores dio la espalda.

El COB sigue teniendo en la mano conseguir el objetivo y sellar con nota una temporada que se decidirá en el Pazo y en A Coruña. Tres partidos apasionantes en una recta final que redirecciona el camino. El play off de ascenso obliga a ganar los tres partidos pero el descenso vuelve a ser una amenaza real.

El parón de Semana Santa será cruel con un equipo que merecía premio pero que tendrá que apretar algunas tuercas para volver a rendir en defensa al nivel que ahora lo hace en ataque. Si lo consigue no debe temer. Si no es valiente debe cruzar los dedos porque el Melilla demostró en Ourense que no llorará si desciende pero que tiene puntos en sus muñecas como para ganar todo lo que le falta y llegar a la meta con menos méritos pero antes que sus rivales directos. Las cuentes le siguen saliendo al COB pero ahora también a los demás.

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