Dakar está en Argentina, Perú y Chile

Al piloto portugués Ricardo Leal le basta con una sola rueda para dominar su Mini.
De todas las pruebas de motor ninguna tiene más misticismo que la del rally Dakar. En primer lugar por su espíritu de aventura y de compañerismo en la ruta. En segundo, por sus maravillosos y salvajes escenarios. En tercero, por su amplia lista de fallecidos, unos 50 entre pilotos, periodistas y lugareños, incluido el fundador de la prueba, Thierry Sabine (1949-1986), reforzando su leyenda de dureza y dificultad.
En el año 2008, la prueba fue suspendida por las amenazas de terroristas musulmanes del Magreb. Toda una bajada de pantalones que algunos identifican en los foros como un cambio de intereses en la dirección del rally.

No tenemos nada en contra de los fastuosos paisajes de Argentina, Chile o Perú, del fervoroso apoyo de la gente, pero nadie puede garantizar la seguridad en tan gigantesco espacio, en África, América o en la China. Sería de justicia regresar al lugar original de la prueba, ahora bastante deprimido por la ausencia de un acontecimiento vital para su economía anual, y mantener la actual, que se ha consolidado con la misma magia y crueldad.

Esperando ese momento, pueden disfrutar mientras con la inmensidad del desierto de Atacama, con el excelente papel de nuestros pilotos españoles, con mención especial a Nani Roma y Marc Coma.

Este último fue víctima de problemas mecánicos y una injustificable benevolencia de los jueces con su rival, Cyril Després. Atascado en una trampa de barro, el francés llegó con 17 minutos de retraso con respecto al español en la octava etapa. Los responsables le perdonaron ocho minutos sin una razón convincente. Esto no pasaría en Dakar.

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