ECONOMÍA

Hay que producir más y especular menos

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Estamos asistiendo a una reedición de las justas medievales: mercadillos versus BCE. Los especuladores están obteniendo unas magníficas rentas. Los llamados bajistas y los cortos están forrándose.

Quienes comentaron que lo peor está por venir en la economía europea, de la que España tanto depende, fueron tomados por exagerados. Sin embargo, la puesta en escena de Mario Draghhi, presidente del Banco Central Europeo, parece confirmar esas impresiones. Sus medidas monetarias de corte expansivo son a la desesperada, sin duda para evitar un temido colapso. ¿Lo conseguirá? ¿O precisará otras medidas de acompañamiento, como un plan de inversión?

Si abrimos la mirada al mundo podemos ver que la decisión de Japón con sus tipos de interés negativos va en una dirección parecida a la de Draghi. También Suecia hizo lo mismo, sólo que con más dureza. Dinamarca y Nueva Zelanda secundaron políticas monetarias similares. Pero ninguno de esos países, por mucho que alguno sea como el paraíso terrenal, tiene el peso de Japón para la comunidad financiera internacional, de ahí que de ellos apenas se hable.

¿Qué persiguen unos y otros con este tipo de medidas? En síntesis, intentan relanzar el motor de la economía que se gripó después del año 2007, al comienzo de la crisis. La realidad demuestra que la intensa subida inicial de los tipos condujo a esta deflación y que ahora, con medidas monetarias, cebando la bomba, no hacen más que alimentar las ansias de ciertos especuladores.

Si algo demuestra la historia económica es que las medidas monetarias son de corto plazo y que ahí se quedan. Lo importante, lo decisivo y lo perdurable en el tiempo es la economía productiva, de la mano de la competitividad. Por eso mismo, ahora corresponde actuar a los gobiernos, para reformular el papel de los Estados, para que sean más eficientes y propicien un nuevo modelo económico.

Un botón de muestra: ¿qué sentido tiene, por ejemplo, que España se gobierne bajo municipios, diputaciones, comunidades autónomas, Gobierno central e instituciones comunitarias? ¿Por qué tarda tanto en convencerse cierta clase política de que las burocracias atentan contra la eficacia y el ingenio? La respuesta es bien sencilla: defienden sus propias rentas de situación, pero ésa no es evidentemente una buena razón para mantener, por ejemplo, las diputaciones. Paradójicamente, España tiene menos Estado que otras grandes potencias: es decir, el peso relativo de su sector público es inferior al de países como Alemania o Francia, pero el problema no está ahí, sino en sus niveles de eficiencia. Digámoslo claro: las administraciones públicas españolas son poco eficientes, gastan mucho e invierten poco.

Entre este estado de cosas y las medidas de Mario Draghi da la impresión de que estamos asistiendo a una reedición de las justas medievales: mercadillos versus BCE. Los especuladores están obteniendo unas magníficas rentas. Los llamados bajistas, los cortos, etcétera, están forrándose. Hay que darles árnica, dicen desde el propio mercado.

Nos han estado engañando y nos hemos estado engañando: los esfuerzos de Mario Draghi por mantener un euro barato permitió a la eurozona tener un magnífico saldo exterior, en donde destacó la economía española, y si a esto le unimos un euríbor por los suelos que nos abarata el pago de la enorme deuda, el resultado es más que excelente, pero no quedan ahí los regalos que hemos tenido, porque el barril del petróleo nos llevó a 0,9 euros el gasóleo. En definitiva, dejándonos ir y prácticamente sin tocar el modelo productivo logramos una inmejorable nota, incluso en empleo. Todo en el aire.

@J_L_Gomez
 

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