El Gobierno central espera que el líder de CiU no optará por una actitud de confrontación

Zapatero pierde Cataluña, pero confía en ganarse a Mas

José Montilla, en su comparecencia tras conocerse los resultados. (Foto: Andreu Dalmau)
Cataluña fue en 2003 el primer gran éxito electoral de los socialistas con José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general del PSOE, y ayer se convirtió en una significativa pérdida y una alarma para el PSOE ante las próximas citas con las urnas.
No se puede decir que es su primera gran derrota porque los comicios gallegos de marzo del año pasado ya hicieron que el rostro del jefe del Gobierno dibujara una muesca de disgusto por la pérdida de un territorio que estaba en poder de su partido. Pero lo emblemático de que la Comunidad catalana deje de estar dibujada en rojo en el mapa autonómico es motivo de profunda preocupación en el Palacio de la Moncloa y en Ferraz. Pese a los mensajes de confianza que se han lanzado en las últimas semanas hacia José Montilla y el PSC, en el Gobierno se era consciente de que el experimento del tripartito tocaba a su fin y que la fuerza política de Artur Mas iba a ser la ganadora.

La duda era con qué distancia. El escrutinio ha situado a CiU a pocos escaños de la mayoría absoluta, pero más sangrante aún para Zapatero habrá sido que el PSC haya obtenido el peor resultado de toda su historia, mientras que el PP, por contra, haya logrado más representantes que nunca.

Mas va a ser el nuevo presidente de la Generalitat, y ese papel institucional va a obligarle a que se vuelva a ver en más de una ocasión con Zapatero después de pasar a la historia aquel periodo dulce que vivieron tras la reunión del Palacio de la Moncloa para pactar el Estatut. El líder de CiU se sintió después traicionado al considerar que Zapatero no respetó el acuerdo no escrito al que habían llegado consistente en que gobernaría Cataluña la fuerza política más votada. No ocurrió así en 2006. Mas se quedó con las ganas y Montilla volvió a encabezar un tripartito castigado ayer duramente.

Todo aquello llevó a que de la boca del máximo dirigente de los convergentes salieran duras acusaciones contra el presidente del Gobierno, como que éste no era de fiar. '¿Le comprarían un coche de segunda mano a Zapatero? Yo no', planteaba y se respondía a sí mismo en la última campaña de las generales dolido aún por aquella actitud del presidente del Gobierno.

Pero en política, las críticas se las puede llevar el viento y, paradójicamente, Zapatero y Mas podrían retomar su entendimiento a partir de hoy y CiU convertirse en un aliado para determinadas políticas del Gobierno en lo que queda de legislatura. ¿Por qué? Porque CiU podría optar por ofrecer una imagen de partido gobernante en Cataluña responsable con toda España en un momento de especial dificultad debido a la crisis económica.Eso daría pábulo a las 'malas lenguas' políticas que aseguran que en algún momento Zapatero ha añorado que CiU tuviera el poder en Cataluña. Es decir, que no habría tenido la necesidad de echarse casi exclusivamente en manos de los nacionalistas vascos para aprobar los Presupuestos Generales del Estado.

Artur Mas ha de definir su estrategia, pero en el Gobierno se confía en que opte por esa actitud de entendimiento en lugar de por otra de confrontación y máxima exigencia que no descartan que llegue a partir de las generales de 2012.

Pero esa será otra historia cuyo protagonista principal habrán de decidir las urnas en toda España en marzo de 2011. Mientras tanto, Zapatero ha perdido una Comunidad y un líder del PSC. Pero puede haber ganado, si no un amigo, sí un apoyo a su estabilidad hasta el final de su mandato.

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