La balneoterapia ha demostrado su eficacia en la lucha contra varias patologías y los especialistas creen que se puede aplicar para controlar la biología de las células tumorales.

Balneoterapia contra el cáncer

Cada paciente es diferente y el tratamiento también ha de serlo.
Esa es la premisa que rige la medicina personalizada y esa es la filosofía que intentan aplicar los profesionales para luchar contra las enfermedades. Las variables genéticas, psíquicas y sociales convierten a cada enfermo en un caso único, que debe ser abordado con todas las herramientas disponibles. La administración de fármacos o la aplicación de cirugía pueden bastar para conseguir la curación, pero casi siempre existen otras terapias alternativas que pueden mejorar el estado somático y psicosocial del paciente. Y la balneoterapia puede ser un buen complemento en casos de cáncer, tanto para mejorar la calidad de vida de los enfermos como para avanzar en la prevención y el pronóstico.

'El cáncer es más que una patología y las corrientes de la Medicina Integradora insisten en la importancia de la calidad de vida', explica Manuel Freire-Garabal, profesor de Farmacología en la Universidad de Santiago. 'La visita al balneario está asociada a una serie de hábitos saludables que aumentan la calidad de vida y que son el mejor complemento para los protocolos terapéuticos'.

Los baños en aguas termales han demostrado su utilidad para reducir el estrés, la ansiedad y la depresión, pero también ayudan a luchar contra la fatiga, las náuseas o los dolores que padecen las personas con cáncer. Se ha documentado también el efecto biológico sobre las proteínas de choque térmico, la acción antioxidante sobre el sistema inmunitario o la detoxificación del colon mediante lavados.

El profesor Freire-Garabal hace hincapié en la conexión entre los estilos de vida no saludables, los problemas psicológicos (estrés, ansiedad o depresión) y la aparición de enfermedades físicas rebeldes a los tratamientos convencionales: 'Sorprendentemente, el alivio de la tensión psicológica se basta en muchas ocasiones para mejorar la evolución de estos procesos. Además, la enfermedad física afecta negativamente al estado psicológico del paciente, lo que agrava y perpetua estas patologías, pese a la prescripción de drogas eficaces'.

Y esa reflexión, apoyada en observaciones de Galeno, Osler o Spector, le vale para analizar la relación que existe entre el estado psicológico del ser humano y su vulnerabilidad a enfermedades infecciosas, autoinmunitarias o tumorales. Apoyándose en diapositivas de experimentos realizados con roedores, Freire-Garabal intenta trasladar a sus alumnos las evidencias científicas que aporta la Psiconeuroinmunología: 'El uso de medidas terapéuticas frente a la ansiedad o la depresión es capaz de favorecer una respuesta del sistema inmune frente a las células cancerosas, aumentando la supervivencia de los pacientes. Igualmente, en pacientes sanos, los modelos de vida menos estresantes llegan a convertirse en elementos protectores frente a la aparición de determinados tipos de cáncer'. Varios estudios internacionales confirman la valía de las terapias complementarias para mejorar el pronóstico o la calidad de vida de los pacientes, pero pocos se atrevían a ir más allá de los beneficiosos que genera la sensación de bienestar. Los que dieron ese paso consiguieron demostrar que la eliminación del dolor, sea sufrimiento físico o psíquico, favorece la mejoría de los parámetro biológicos. Freire-Garabal está convencido de que la balneoterapia puede ser un tratamiento psiconeuroinmunitario para el cáncer, en la medida en que relaja al paciente y aleja los estímulos desagradables.

Sea en los balnearios o en el propio domicilio del paciente, las duchas a diferentes temperaturas o los vapores de baño pueden reforzar el sistema inmunitario y mejorar las defensas del enfermo frente a agentes potencialmente cancerígenos. Algunos expertos confían en que la hipertermia puede rebajar las dosis de fármacos antineoplásicos en la medida en que reduce el tamaño del tumor y aumenta la tolerancia del paciente frente a la radioterapia o la quimioterapia.

'La hipertermia incrementa la circulación y la recuperación de los tejidos sanos, disminuye la producción de hormonas inmunosupresoras y activa las proteínas de choque térmico (HSO, Heat Shock Proteins), que son las que se producen las células cuando se encuentras en un medio ambiente que le provoca cualquier tipo de estrés', apunta el profesor Garabal. 'Un incremento de unos cinco grados de la temperatura normal de la célula desencadena una rápida síntesis de proteínas de choque térmico (entre el 15 y el 25% de las proteínas celulares HSP en las células inmunes, con una consiguiente mayor capacidad de destrucción de células tumorales. El frío y la luz, elementos presentes en la balneoterapia, pueden cumplir esta misma función'.


CALIDAD DE VIDA

El paciente tumoral puede encontrar en el balneario mecanismos beneficiosos para su salud y piezas útiles para mejorar su calidad de vida. Son elementos que, como recuerda el profesor de la Universidad de Santiago, no puede sustituir en ningún caso a los protocolos terapéuticos que han conseguido convertir el cáncer en una enfermedad curable o en un proceso crónico con una mortalidad muy diferida en el tiempo.

Y la mejor manera de conocer las posibilidades de la balneoterapia, apuntadas por el profesor Garabal y otros investigadores de la Universidad de Santiago durante unas jornadas celebradas esta semana en la Facultad de Medicina, es trabajar sobre el terreno. Profesores y alumnos culminaron los encuentros teóricos con una visita a las termas de Cuntis, unas aguas cuyo poder descubrieron los romanos hace más de veinte siglos y de cuya presencia en la villa dan fe las numerosas monedas localizadas en el lecho de las fuentes con imágenes de Nerón y César Augusto.

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