El Ayuntamiento de Santiago concede la Medalla de Oro a los vecinos de Angrois por su solidaridad

La normalidad vuelve a la zona cero, pero subsiste el recuerdo

Dos ciclistas observan la vía donde el pasado miércoles descarriló el tren Alvia, que causó 79 víctimas.  (Foto: E. TRIGO)
Los vecinos de la parroquia de Angrois, en el barrio compostelano de Sar, que lleva el nombre del río que lo atraviesa, recuperan poco a poco la normalidad tras la concentración de caos y dolor en que sin quererlo se vio sumido este lugar a las 20.41 horas del miércoles 24 de julio de 2013. Sus residentes fueron testigos y protagonistas de un suceso que los convirtió en noticia mundial, y que quedará imborrable en sus mentes durante toda la vida, de hecho algunos necesitarán ayuda psicológica, según reconocieron algunos de los habitantes de este núcleo que vive pegado a la vía del tren.
El rostro de Evaristo Iglesias es probablemente uno de los que ocupó más páginas de periódicos del planeta, aparte de ser visto en televisiones de todo el globo. Su hombro fue el que le sirvió de soporte al maquinista Francisco José Garzón Amo para poder mantenerse en pie y caminar junto a los vagones hechos trizas y aún humeantes en los instantes posteriores al descarrilamiento.

Evaristo sabe que vivirá toda la vida con este recuerdo. 'Me siento muy mal', dijo. Su esposa, Pilar Montoiro Aldrey, mostró también una entereza impropia de una persona que reconoce que ya se encontraba a tratamiento médico por vaivenes en su estado de ánimo. Pilar estaba en el momento del descarrilamiento en la huerta posterior a su casa. Ella y su marido ponen su memoria a funcionar y recuerdan que esta es la más grave de todas las desgracias ocurridas en esta vía, pero no la única.

En ella hace años murió una niña que en su intento de recuperar la pelota que se le cayó a la vía del tren fue arrollada por un convoy, y otra joven falleció también sobre los raíles en tristes circunstancias recién inauguradas las obras para la alta velocidad.

Son historias de un barrio a pie de vía, en las que sus vecinos son protagonistas aunque no quieran. Así le ocurrió a José Ramón Gutiérrez, de sólo 15 años. El joven estaba jugando con una consola cuando vio volar por los aires un vagón del Alvia. Sin dudarlo, corrió hacia la plazuela donde había caído el vagón. Recuerda que tuvo que sortear algunos de los cadáveres que salieron despedidos del convoy, pero no dudó, dentro de la humareda y del caos del momento, en ayudar a los que dentro pedían auxilio. 'Parecía una película de ciencia ficción', reconoció.

'Los vecinos se encuentran algo mejor, las cosas irán volviendo a su sitio sabiendo que esto estará ahí para el resto de nuestras vidas', afirmó Anxo Puga, presidente de la asociación de vecinos de Angrois.

Para Anxo Puga, la medalla de oro que ayer decidió conceder al barrio de Angrois el Ayuntamiento de Santiago 'es un reconocimiento a algo humano'. 'Quiero pensar que en cualquier parte del mundo que suceda esto las manos estarían para lo mismo', afirmó.

Este ejemplo de civismo y solidaridad hizo que más de 6.500 personas firmaran ya una iniciativa en internet para proponer a los vecinos de Angrois, como candidatos al premio príncipe de Asturias de la Concordia 2014.

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