Las familias numerosas gallegas , unas 40.000 en toda Galicia, se han visto abocadas a agudizar el ingenio y cambiar de hábitos en unos tiempos marcados por la escasez debido a la crisis económica.

El reto diario de criar a 10 hijos

Aproximadamente la mitad de las familias numerosas galegas están inscritas en la Asociación Gallega de Familias Numerosas (Agafam), con sede en A Coruña y delegaciones en las principales ciudades de la Comunidad Autónoma. 'El resto o desconocen nuestra existencia o simplemente no se inscriben sabedoras de las escasas ventajas que tienen en España las familias numerosas', explica una portavoz de la entidad, Montserrat Mouro.
Mouro señala que desde esta entidad 'sin ánimo de lucro, aconfesional y apolítica' se intenta asesorar a todas aquellas familias que demandan información, en la mayoría de los casos dirigida a conocer las ventajas o ayudas a las que pueden optar. 'Pero tanto en España como en Galicia las familias numerosas cuentan con ventajas mínimas, apenas apreciables en sus economías, y muy lejos de las que se ofertan en otros países europeos', añade.

La Asociación Gallega de Familias Numerosas lleva años demandando ayudas en cuestiones 'básicas' como la alimentación y la ropa, que suponen de largo el mayor gasto de los hogares con muchos miembros. Con el objetivo de tratar de aliviar en la medida de sus posibilidades las necesidades de sus asociados, la entidad ha habilitado en su web un 'rincón solidario' para la entrega de bienes.

'Aunque es mucha la demanda, afortunadamente también lo es la oferta, porque la solidaridad es consustancial a la mayoría de estas familias', destaca la portavoz de la Asociación.


FERROL

Una de las mayores familias numerosas de Galicia se encuentra en Ferrol y es la que ha formado el matrimonio compuesto por Mar Dorrío y Javier Cuadrado. Ella aún no ha cumplido los 38 pero ya tienen 10 hijos: ocho niñas y dos niños.

Mar perdió recientemente al que hubiera sido su undécimo hijo en el quinto mes de gestación y aún está pasando 'el mal trago'. Su marido, de 46 años, es profesor en la Universidad Politécnica de Ferrol y los doce viven en un piso de 90 metros cuadrados del barrio de Esteiro.

Su casa es un universo de literas, con una mesa extensible que es el epicentro del hogar, en el que predominan las muñecas y los cacharritos de cocina. 'Tenemos una rutina muy organizada. Después de la cena, ya ponemos la mesa para el desayuno', relata Mar.

Cuenta que desde los 5 años sus hijos tienen que asearse, vestirse solos y hacerse su cama antes de ir al colegio. También que la debacle económica obliga a echar cuentas e imaginación.

Todos los niños van al mismo centro público, el CEIP Isaac Peral, muy cerca de casa, y por las tardes una joven ayuda a los medianos con las tareas escolares.'Tengo la suerte de que mi marido es funcionario y contamos con un dinero casi seguro porque yo no podría trabajar fuera de casa', explica.

En Vilariño, un núcleo del municipio coruñés de Teo, residen José Rivadulla, un prejubilado de 63 años, y su mujer, María Salgueiro, de 60. Son padres de doce hijos, de entre 21 y 37 años, seis mujeres y otros tantos hombres, y abuelos de cinco nietos, 'el último llegó en la víspera de Reyes, pero vienen tres más en camino', detalla José Rivadulla confiesa que para él no hay 'nada más emocionante que cuando nos juntamos todos, que suele ser a menudo porque los tengo a todos cerca. Son un auténtico equipo de fútbol, once y el reserva', bromea. José tiene dos hermanas, una mayor y otra menor, pero su compañera sentimental, María, es hija única. 'Igual por eso siempre quisimos tener tanta descendencia', reflexiona.

Rivadulla, diabético, fue pintor, pero también trabajó en una frutería, en frigoríficos y congelados... y su mujer, prejubilada como él, ejerció de dependienta. 'Pese a que son oficios humildes, a nuestros hijos nunca les ha faltado de nada, el dicho ese de 'Dios aprieta pero no ahoga' es muy cierto. Nunca pedimos un crédito, hemos ido poco a poco, haciendo la casa, comprando el coche...', precisa José Rivadulla, alarmado por la actual crisis económica.

'Si hubiese muchos como nosotros, mejor le iría al país y la gente sería mucho más feliz. Estas pasadas Navidades estuvimos aquí en casa de 'parranda', se comió, se bebió, y nadie arriesgó con los coches ni con el bolsillo', asegura.

'Yo cuando me casé ganaba unas 8.000 pesetas, y nos llegaba, y ahora hay gente que cobra 2.000 euros y no tiene nada a fin de mes', sostiene un hombre que dice haber perdido, 'casi', su ideología política: 'apolítico no se puede ser, pero he llegado a pensar, muy rica debe ser España, tantos a robar y no consiguen acabar con ella', concluye.

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