El representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en la República Centroafricana, Souleymane Diabate, criticó hoy que no se preste atención a la situación de es país, a pesar de la "brutalidad y violencia" que sufren los niños.
"Cuando miras en sus ojos, ves que están perdidos. Es una pesadilla. Ya antes de la crisis la situación no era buena, pero ahora es horrible", apuntó el representante de Unicef.
La "frágil" situación de la República Centroafricana antes de la crisis era "similar" a la de países como Somalia y ahora la situación ha empeorado, agregó.
La República Centroafricana es uno de los seis países del mundo con mayor tasa de mortalidad, situación que afecta de forma directa a los menores, ya que cada 21 minutos muere un niño en el país por enfermedades que, según Diabate, se podrían haber prevenido.
Además, otro riesgo importante es la posibilidad de que el país se contagie de los brotes de polio y cólera que sufren algunos de sus vecinos, como Chad y Camerún.
"Por eso, a pesar de que en la actualidad no hay ningún caso concreto de polio o cólera en la República Centroafricana, es necesario tener recursos humanitarios suficientes para poder evitar esos brotes", subrayó.
Como consecuencia de la "frágil situación" y la "crisis" que vive el país, gran parte de la población se ha visto forzada a huir a países fronterizos.
"Debido a la crisis del país, en algunas situaciones nos hemos visto obligados a trabajar desde Chad para poder facilitar ayuda humanitaria a la vulnerable población de la República Centroafricana", apuntó.
Respecto al origen del conflicto, el representante de Unicef hizo hincapié en que ambos bandos, tanto los musulmanes como los cristianos, "se matan unos a otros" y criticó la "gran manipulación política" que les ha enfrentado.
Además, Diabate subrayó que "para evitar una expansión de este conflicto a otros países africanos" es indispensable que se le preste más atención.
La República Centroafricana sufre una espiral de violencia protagonizada por milicias musulmanas, partidarias del antiguo grupo rebelde Séléka, y cristianas, las denominadas "Anti-Balaka", desde el pasado diciembre.
La coalición Séléka, compuesta por cuatro grupos rebeldes, se alzó en armas en el norte del país en diciembre de 2012 al considerar que el entonces presidente, François Bozizé, no había respetado los acuerdos de paz firmados en 2007.
La capital, Bangui, fue tomada en marzo de 2013 por los rebeldes de Séléka, que asumieron el poder en el país tras la huida del derrocado Bozizé.
Al final del pasado año, las milicias cristianas "Anti-Balaka" se alzaron contra los partidarios de Séléka y contra la población musulmana en general, en represalia por los abusos cometidos por los rebeldes durante los meses que estuvieron en el poder.
