EN LA CIUDAD

¿Alguna puerta por pintar en el casco histórico de la ciudad?

graffitis. pintadas en el casco histórico
photo_camera Diferentes grafitis a lo largo de la ciudad

La proliferación de pintadas afea la zona, a la espera de una nueva ley que aplicará sanciones

Ya no es cuestión de valorar si un grafiti es o no hermoso, los hay que son auténticas obras de arte, ni si atienden a cuestiones estéticas o de belleza, matices siempre subjetivos. La proliferación de grafías, garabatos, dibujos, han convertido amplias zonas del Casco Viejo en una cochambrería de nulo valor estético, con una repercusión -en los bolsillos de los vecinos- muy importante. 

Hernán Cortés, Cisneros, Lepanto, Praza do Trigo, Gravina, Lúa, y muchas otras calles del casco histórico, han convertido paredes y puertas de sus inmuebles en un extenso lienzo a modo de carta de presentación. Es como si quienes han optado por esta modalidad de pintura hayan marcado su particular ruta del ocio nocturno armados de spray y un uso del dibujo negligente, al margen de ninguna virtud artística, apuntándose en la mayoría de los casos al garabato infantil que sobrepuesto a los anteriormente ya realizados provoca una sensación de lo más desagradable. Los vecinos están hartos, “Só se acordan de nós para pagar impostos, a ver se veñen agora a limpalos”, apunta por detrás una vecina en Hernán Cortes, una de las calles más hermosas del Casco Histórico, a la que a la proliferación de pintadas y grafitis, suma el ingente número de solares abandonados a la espera de tiempos mejores. 

Y no es cuestión de valorar la belleza de estos grafitis, en las antípodas de Jean Dubuffet, Keith Haring, Cy Tombly, artistas que se le vienen a uno a la memoria a la hora de pensar en una grafía; y es que antes de plantear pintadas, más si pretendes dejar impronta -muchas de ellas son firmas que delatan a los autores- es casi mejor venir ensayado de casa. Si los veteranos grafiteros de la ciudad en los alejados 90 dejaban sus pegadas en los muros junto al Miño, naves abandonadas o entornos urbanos alejados del centro, no es el caso de estas nuevas hornadas, a las que el ambiente de los vinos les confunde el sentido y el decoro. Una enmienda adscrita a la Ley del suelo, sancionará estas prácticas. En caso de “reincidencia y daños irreparables”, como infracciones graves, las sumas irán de los 300 a los 150.000 euros. 

Aunque no es un caso exclusivo de la Comunidad, al feísmo que también proponía poner fin la Ley del Suelo, se suma ahora ésta, batallas no han de faltar. 


Indignación ante la proliferación de pintadas


Los vecinos están hartos, ven cómo desbaratan sus fachadas “Á hora de rehabilitar unha vivenda piden que esta sexa de madeira e dunha determinada tipoloxía”, apunta Antón Pereiras, vecino del Casco Viejo. La sensación de fealdad envuelve una zona de importante potencial turístico, donde la hostelería es un reclamo. A la impunidad por este “arte degenerado” los propietarios ven cómo los seguros se lavan las manos ante estos hechos, escudándose en la tipología de actos vandálicos, teniendo que asumirlos en su integridad. En muchas de estas pintadas, en el caso de fachadas de piedra porosa, hacen que la limpieza de las mismas en su totalidad sea muy difícil. 

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