Atribuye una acusación por drogas a una venganza policial

La fiscal acusa a Rubén R.L., imputado también por apuñalar a un policía por celos, de un alijo de éxtasis 

Rubén R.L, alias Rubens o Muñón, negó ser el dueño del alijo de drogas que fue hallado por el Grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional en junio de 2020 en un garaje que tenía alquilado en la calle Severo Ochoa de Ourense, en el que había de todo un poco: 48 pastillas de éxtasis, cocaína (353 gramos), algo de heroína (15 gramos) y hasta un bote con taurina, un aminoácido utilizado por los deportistas pero también por los traficantes para cortar la droga, valorada en 34.243 euros.

 El alijo estaba escondido, parte en una caja de zapatos, en un habitáculo cerrado con llave. El propietario del garaje, según aseguró ayer en el juicio celebrado en la Audiencia provincial, se lo había alquilado a Rubén por 200 euros al mes. Al presidente de la Audiencia le pareció excesivo ese alquiler y hasta preguntó por ello al propietario, quien aclaró que tenía espacio “para cinco o seis coches” y, además, un galpón con puerta independiente que, según los investigadores, servía al acusado como zulo. El inculpado admitió que sí utilizaba la cochera pero se desvinculó del habitáculo contiguo.

Tres años y medio de petición

La fiscal, quien le pide tres años y medio de cárcel por un delito contra la salud pública, basa su acusación en el atestado policial que optó por pedir un registro judicial del garaje tras un seguimiento meses antes, en abril, aunque sin actas de incautación de droga, basado en sospechas.  Aunque ese registro tiene letra pequeña. Rubén acababa de ser detenido por supuestamente apuñalar a un agente que estaba fuera de servicio y ese encontraba en una cafetería de la calle Valle Inclán con un grupo de amigos, entre los que estaba la expareja del inculpado.  En ese momento, el 10 de junio de 2020, fue detenido por un homicidio en grado de tentativa -le asestó dos cuchilladas en el abdomen al agente tras bajarse de un taxi- y quebrantamiento.

El imputado aprovechó el derecho a la última palabra para atribuir las drogas a la tentativa de homicidio. “Cuando estaba en el calabozo por el tema de la tentativa de homicidio  la Policía Nacional me dijo que me iba a arruinar la vida”, aseguró.

Su letrado también cuestionó la entrada policial en el garaje, que consideró nula. “La inexistencia de transacciones tumban todo el procedimiento; no se puede justificar el registro porque era un poco sospechoso, según nos dice la Policía, ya que así estaríamos todos en peligro”, aseguró el abogado.

Rubén, quien de declaró consumidor de cocaína, también asegura que en la fecha del seguimiento por la ciudad de su coche Audi A-4 (29 abril) estaba en Madrid repartiendo mercancía (trabajaba como camionero) pero la fiscal dice que el tacógrafo evidencia que llegó a primera hora de la mañana. La acusación pública sostuvo que la disposición de la droga para la venta permite condenar por tráfico de drogas.

Te puede interesar