Los “bailes de trangallada” y en las Fiestas de Ourense

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photo_camera Don Ramón Otero Pedrayo en 1970 en su casa de la calle La Paz.

Contaba don Ramón Otero Pedrayo que las fiestas de la ciudad consistían en los juegos florales y en danzas

Acogido a la siempre benévola hospitalidad de las páginas de “La Región” retomo hoy esos retazos sentimentales sobre cosas de Ourense, de su pasado, de sus gentes, historias y, sobre todo, sentido del humor. Espero que tengan la misma acogida que en la etapa anterior que tanto agradezco.

Contaba don Ramón Otero Pedrayo, en aquellas felices tardes que pasé con él en su casa de la Rúa de la Paz, que las fiestas de Ourense comenzaron con el siglo XX y que consistían esencialmente en juegos florales y bailes de dos tipos. En las sociedades que ya existían, se bailaba al son del violín, en tanto en la calle, se hacía al ritmo de charangas o de gaitas.

Pero lo más curioso de aquellos lejanos tiempos, es que los bailes se anunciaban en el boletín municipal o de la provincia, en eso la memoria de don Ramón flaqueaba, pero recordada con precisión que eran anunciados como “bailes de trangallada”. Con tal precisa palabra, la autoridad competente señalaba que eran acontecimientos populares, pero debidamente reglamentados y sujetos a un horario, para que no hubiera desmanes. Y de mantener el orden se encargaban no sólo las madres de las ourensanas casaderas, sino los agentes del resguardo municipal.

La historia completa se puede consultar en el Arquivo Sonoro de Galicia, en Santiago, donde se hallan depositadas las grabaciones en las que don Ramón cuenta esas y otras historias, al comienzo de los años setenta del pasado siglo.

“Lo de los juegos florales, --decía Otero Pedrayo-- estaba muy bien, con reina y damas, que era todo un honor, pero la juventud quería, por lo menos, una vez al año, un poco de asueto y no era de ahora que está de fiesta permanente”. Aquellas iniciales verbenas se extendieron a otras fiestas locales, como el San Roque, no sin cierto conflicto en tiempos más recientes, pero esa es una historia para contar otro día.

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