La Misa Crismal, en la Catedral de Ourense, abre las celebraciones religiosas de la Semana Santa de Ourense. En la tarde de ayer, el clero de la Diócesis comenzó con el retiro espiritual dirigido por el vicario de Pastoral, José Pérez Domínguez, en la iglesia de Santa Eufemia. Terminado este acto, tuvo lugar, a las 20.00 horas en la Catedral, la tradicional Misa Crismal, en la que se bendicen los óleos de los catecúmenos y los enfermos y se consagra el Santo Crisma, que posteriormente servirá para su utilización en el bautismo, la confirmación y la ordenación de sacerdotes y obispos.
En este acto, concelebraron un total de 95 sacerdotes de la Diócesis de Ourense, presididos por el obispo de Tui-Vigo y administrador de Ourense, Luis Quinteiro Fiuza. En su homilía, el prelado comenzó pidiendo la fuerza necesaria para seguir siendo fieles a la vocación cristiana y sacerdotal; a continuación, pasó a comentar el libro del Papa Benedicto XVI 'Jesús de Nazaret', del que resaltó la necesidad de volver a la figura histórica de Cristo. 'El Jesús real, la persona histórica, es absolutamente indispensable; esta dimensión es esencial para nuestra vida', dijo.
'El sacerdote -continuó- 'es continuador de Cristo en el mundo, por lo cual es necesaria esa referencia y esa unión en la misión de llevar al mundo la necesidad de la justicia, la misericordia, la verdad y la alegría de Dios, a pesar de muchas heridas sangrantes', expresó al término de su homilía, que duró de 11 minutos.
A continuación, Quinteiro, en un diálogo con los sacerdotes y los fieles, realizó el rito de la renovación de las promesas sacerdotales contraídas el día de su ordenación, y pidió el compromiso de fidelidad también a los feligreses. Seguidamente, se bendijeron y consagraron los óleos y continuó la misa, que puso fin a los actos de ayer.
'El sacerdote -continuó- 'es continuador de Cristo en el mundo, por lo cual es necesaria esa referencia y esa unión en la misión de llevar al mundo la necesidad de la justicia, la misericordia, la verdad y la alegría de Dios, a pesar de muchas heridas sangrantes', expresó al término de su homilía, que duró de 11 minutos.
A continuación, Quinteiro, en un diálogo con los sacerdotes y los fieles, realizó el rito de la renovación de las promesas sacerdotales contraídas el día de su ordenación, y pidió el compromiso de fidelidad también a los feligreses. Seguidamente, se bendijeron y consagraron los óleos y continuó la misa, que puso fin a los actos de ayer.
