Espectacular aspecto el mostrado por los cementerios de la provincia en el Día de Todos los Santos. El buen tiempo permitió que las tumbas luciesen todo su colorido
Un 1 de noviembre más, miles de ourensanos no faltaron a su cita con los que ya no están. La Fiesta de Todos los Santos volvió a llenar los cementerios de la provincia, que de nuevo lucieron un colorido aspecto. Por suerte, no se repitieron las fuertes lluvias que se habían registrado en numerosos puntos de la geografía ourensana durante la noche del viernes al sábado; el buen tiempo respetó la tradición, y las flores lucieron sobre las tumbas tal como deseaban los familiares.
Mientras los más rezagados todavía tuvieron que cumplir desde la mañana con la tarea de adecentar las lápidas y cargar con los centros de flores, la satisfacción del trabajo bien hecho durante los días previos a esta celebración se tradujo en la espectacular imagen de los cementerios. Muchos eran los comentarios que se podían escuchar por los pasillos de los recintos acerca del buen aspecto de las tumbas.
Como no podía ser de otro modo, el poso religioso de esta celebración tuvo una gran presencia a lo largo del día, de modo que los momentos más concurridos de la jornada coincidieron con los actos litúrgicos. En la ciudad, el obispo, Leonardo Lemos, presidió la Celebración de la Palabra en los cementerios de As Caldas y de San Francisco, abarrotados de fieles, mientras que las parroquias de las distintas localidades de la provincia también congregaron a numerosos devotos en los camposantos en sendas eucaristías.
Pero Todos los Santos no es sólo tristeza y recuerdo, también es encuentro. El homenaje a los ausentes reunió a familiares y allegados por los muchos rincones de los cementerios, donde se produjeron los habituales intercambios de historias de los ancestros. Anécdotas y recuerdos marcaron el rumbo de una celebración que siempre ayuda a estrechar los núcleos familiares.
