La noche concentró en Verín a más de 4.000 personas en una fiesta que duró hasta el amanecer

Las comadres conquistan la pequeña pantalla

La noche de comadres en Verín fue una de las de mayor participación de su historia, reuniendo a más de 4.000 personas en la villa en una fiesta que duró hasta el día siguiente (a primeras horas de la mañana danzaban por la calle los que se resignaban a volver a casa). Fue una noche televisiva, las comadres fueron las estrellas de un programa en directo, y de reinas (hasta ocho).
Fue una de las noches con mayor participación de su historia. La fiesta de comadres reunió en Verín a más de 4.000 personas que tejieron una maraña humana insorteable (sólo a base de empujones y pisotones) en la Plaza Mayor y en los locales de copas de la villa.

La noche femenina fue televisiva, las comadres fueron las estrellas de un programa de la TVG en directo con un despliegue de medios que superó las 60 personas. Fue noche de show de ’boys’ (y no tan ’bois’); noche de hombres con piel de mujer y de mujeres con rostro de hombre y bigote postizo; noche de pelucas, disfraces, purpurina, antifaces, máscaras e, incluso, de cuerpos semidesnudos masculinos enfundados en corsés femeninos que pisaron la fiesta con tacones de vértigo desafiando a las bajas tempera turas y al trote continuo que encierra la fiesta. ’El frío en carnaval no se siente’, comentaba el atrevido grupo de participantes sin dejar de bailar, mientras que el popular presentador de un programa de la ’Uno’, Quique Morales, insistía en que como ’esta no no hay ninguna en toda de Galicia’.

Los ’papeles’ a los que dieron rienda suelta los participantes se resumen en: variopinto. Desde la Duquesa de Alba y su duque, enzarzados en diálogos de sangre azul tirando a verde (’a mi no me gusta el godello, sino el jodello’, decía el duque, mientras la duquesa hablaba de su asistencia a las corridas, ’de ¿toros?’), a una réplica de la teniente de alcalde que portaba su maletín de eurociudad; desde las damas a las ’Elvis Presley’, las hadas, las caperucitas, las diablos, las enfermeras y un sinfín de personajes... Todo un estallido de color que desató un ambiente que se prolongó hasta el día siguiente ya que a primeras horas de la mañana del viernes todavía danzaban por la calle los que se resistían a que muriese esta noche tan especial.

La noche más femenina volvió a conquistar a los oriundos y foráneos, que se dejaron envolver por ella con desenfreno hasta el amanecer.

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