Una danza “arredor de si”

Sofía Fernández cambió Ourense por Nueva York gracias a una beca para sumergirse en la cuna de la danza moderna. Su sueño es ser profeta en su tierra, y poder vivir de una disciplina que ama pese a las pocas oportunidades que hay en casa

Al igual que hizo Adrián Solovio, protagonista de la novela “Arredor de si” de Ramón Otero Pedrayo, Sofía Fernández quiere devolver a su tierra todo lo aprendido en sus aventuras lejos de casa. Ahora se encuentra en Nueva York, gracias a una beca de la Comisión Fulbright, para seguir los pasos de José Limón, uno de los pioneros en la danza moderna.  Su formación en la escuela a la que da nombre el maestro mexicano, fallecido en 1972, completa una experiencia que inició en su Ourense natal y siguió alimentando en Madrid, Barcelona y México.

“Yo lo que pretendo es formarme aquí y llevarlo de vuelta a mi tierra, y hacer que el arte sea para todo el mundo, como debe ser, y no solo para unos pocos que se lo pueden permitir porque, o bien tienen el tiempo, el dinero o el capital intelectual para poder disfrutarlo. El arte tiene que ser para todo el mundo, y aquí siento que de alguna forma lo es”, afirma desde el otro lado del charco.

Adaptarse a una “jungla de asfalto” no es fácil, y menos cuando apenas lleva cinco meses en ella, pero la ciudad norteamericana le da unas opciones que en otros lugares no encontró. “Tener la oportunidad de mostrar tu arte es mucho más fácil con respecto a Galicia y con respecto a España. La ciudad es muy positiva en todo lo que respecta al arte, siempre va a haber algún tipo de espectáculo de danza al que puedas ir, es mucho más accesible”, asegura. La parte negativa de la “gran manzana” es que “es una ciudad muy competitiva en la que todo el mundo pretende ser artista o hacer creaciones, lo cual hace que sea más difícil destacar o tener cierto éxito”. “Si es que el éxito es tener reconocimiento de los demás”, reflexiona.

Lo que para Sofía es fundamental es el latir de la ciudad, no en vano fue donde nació la danza moderna, con la que algunos pioneros rebeldes quisieron, en los albores del siglo XX, desafiar la hegemonía y rigidez del ballet y otras disciplinas tradicionales.

GALICIA, EN DEUDA CON EL ARTE 

“Creo que el problema de la danza en Galicia es que, pese a que hay conservatorios y de vez en cuando vienen ballets, no hay una inversión por parte del Gobierno”, valora, aunque cree que este escollo es extensible a todo el territorio español. Aunque tiene claro su deseo de regresar a la tierra que la vio nacer, ahora no encuentra un panorama que le dé las oportunidades profesionales que espera, ya que en la comunidad, arte y precariedad siguen siendo primos hermanos.

“En España y en Galicia, para la danza y artes como el teatro, la ‘performance’ o la música, no existe la posibilidad de una salida para crear de una manera que no sea precaria. Crear siempre se puede crear, pero para hacer de la danza tu forma de vida es complicado, cosa que aquí en Nueva York no lo es tanto”, manifiesta.

Lo que sí destaca de la tierra de Castelao es la calidad que desarrollan los artistas que consiguen sortear todos los obstáculos y hacer de la creatividad su vida. Encuentra en el teatro gallego una mina de cultura que el resto del mundo debería conocer. “Quiero llevar el teatro gallego a otras lenguas, como el inglés, y darle difusión, porque creo que hay mucha calidad y bastante cantidad, o al menos lo que hay es de calidad. Tengo un proyecto de obras de teatro contemporáneas gallegas y quiero escribir teatro”, confiesa.

PLACER Y DOLOR

El vínculo de Sofía con la danza es indestructible, y se remonta hasta sus primeros recuerdos. “Mi relación con la danza comenzó de pequeña y se extendió a lo largo de toda mi vida, en la teoría y en la práctica, porque también estoy haciendo un doctorado sobre literatura y danza”, matiza. Sin embargo, mantiene con esta disciplina una relación abierta, ya que sus proyectos abarcan otras formas de expresión, pero casi siempre tienen un factor común en la temática: el estudio del dolor y el placer, dos sensaciones que le apasionan y en las que ve, al igual que hizo Freud, dos caras de la misma moneda.

A mí me gusta tratar el placer y el dolor, son los temas con los que trabajo siempre en las cosas que creo, en las piezas dramático-dancísticas, literarias, de teatro -aunque luego no sean representadas- o de ‘performance’, como la última que hice y que se llama ‘Caliente’”, afirma. 

Con “Caliente”, su último espectáculo, pretende tratar “el borrado de las mujeres en la historia de la literatura” a través de una metáfora con su propia sangre. “Lo que hago es hacerme hendiduras en la piel y llenar las hojas de papel con un poco de sangre, para simbolizar el poco acceso al placer que hemos tenido las mujeres en la construcción de personajes literarios, como se ha obviado o se ha blanqueado el acceso al placer, y como los personajes literarios que aluden a la mujer han sido siempre construidos sin que se exprese este deseo sexual. Siempre hemos sido objetos deseados en lugar de sujetos deseantes, que es lo que realidad somos, al igual que el hombre u otro tipo de género”, razona.

Por ahora seguirá con la mente puesta en concretar el sueño americano, aunque con el rabillo del ojo siempre en tierras gallegas, con el deseo de que, al igual que ocurre en la ficción de Otero Pedrayo, todo termine donde empezó. 

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