El deseo de los vecinos de Ourense para el 2022: que cese el “abandono” del Concello

Las asociaciones vecinales tienen claros sus deseos para 2022, no sin cierto hartazgo, pues muchas de estas reclamaciones son las mismas que hace años. En algunos casos, las promesas no se convirtieron en hechos. En otros, ni siquiera fueron atendidos aún por la alcaldía. Se sienten “abandonados” y reclaman, como mínimo, que el Concello ejerza de interlocutor, cuando la gran mayoría de peticiones enviadas parecen caer en saco roto. Ninguna zona de la ciudad se salva del abandono. Patricia Santamaría, que dirige la asociación del centro, considera “una vergüenza” la situación de la rúa Concordia. Además, pide “que las calles peatonales sean realmente peatonales. Si se levantaron los bolardos, habrá que poner cámaras para que solo las utilice quien debe”. Tampoco se olvida de la importancia del Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM), así que otra de sus peticiones es que el gobierno local sea capaz de sacarlo adelante en 2022. “La falta de un plan tiene parada la construcción en la zona centro, y se acumulan los edificios abandonados por toda la ciudad”, añade. Además, “la escasez de agentes de Policía Local es asombrosa”, por lo que pide al Concello que solvente este problema, y que intervenga también ante la gran cantidad de personas que viven solas. Cartas al alcalde La situación empeora a medida que los barrios se acercan al extrarradio. Tomás Infiesta, que preside la asociación vecinal de Vistahermosa, es claro. Quiere “que todas las obras para el barrio aprobadas en los plenos del Concello durante los últimos 15 años se lleven adelante, porque no se hizo ninguna”. En resumen, pide la renovación de las aceras, la creación de un parque infantil y “que miren un poco por el abandono de los barrios, cuando el Concello ni siquiera contesta las cartas. Estamos más quemados que el tubo de escape de mi moto”. Una noche, Infiesta estaba “aburrido”, así que envió una misiva al actual alcalde. Era tan “concisa y explícita”, asegura, que a la mañana siguiente le llamaron para reunirse con el regidor. Y sostiene que le dijo a Jácome, entre otras cosas, que “a la gente se le recuerda por lo que hizo, no por lo que dijo, y contigo la memoria se acaba en dos segundos”, y que el regidor le contestó que “las asociaciones de vecinos son un estorbo, porque solo van a pedir dinero”. Y es que, matiza Infiesta, “reclamamos cosas porque muchos de los vecinos, que tienen más de 65 años, no saben enviar un escrito telemático, así que acuden a nosotros. Por eso, Jácome está haciendo lo posible para que las asociaciones desaparezcan”, asegura. “La zona termal está muerta” El abandono de las termas es la principal preocupación de la asociación vecinal de A Chavasqueira, donde cruzan los dedos para ver ante sus ojos, de una vez por todas, el bulevar termal. Además, reclaman que se reabran las pozas, “porque la zona termal de la ciudad está muerta”, y que reconstruyan el recinto incendiado de A Chavasqueira. “Es absurdo que llegue el AVE y nosotros sigamos sin nada que ofrecer”, reflexionan. En Reza, junto a la zona termal de Outariz, también sigue pendiente el arreglo de calles, la dotación de un microbús hasta el centro de salud y la instalación de puntos de luz, cuando no pocos vecinos tiran de linterna estas noches de invierno. La falta de limpieza es otra lacra. “Vienen a desbrozar una vez al año”, lamenta Sara Cruz. María José González, representante vecinal de Santa Cruz de Arrabaldo, se resigna a pedir lo mismo que el año pasado, cuando “no hicieron nada”. Aún reclaman un parque infantil y otro para mayores, como se les había prometido. “La gente mayor no tiene ni una sola máquina para hacer ejercicio”, lamenta. Además, todavía hay casas sin agua de la traída. Para solventar este problema, enviaron una carta al Valedor do Pobo, pero aún está en trámite. “Y los baches siguen ahí. Uno ya se aburre de decir siempre lo mismo. Todos pagamos impuestos, pero aquí no ponen una sola luz de Navidad y traen los contenedores rotos que ya no sirven en el centro”, sostiene González. Algo similar ocurre en Castro de Beiro. Xosé Ramón Piñeiro pide “unha interlocución máis fluída co Concello, e que atenda as nosas demandas, porque, desgraciadamente, non hai comunicación”. Y, por tanto, reclama “que non se esquezan do rural. Xa rematou o Nadal e foron incapaces de traer nada, nin unha luz. E o concello de Ourense non é só a capital. Pido un pouco máis de empatía para o rural”. Manolo García dirige la asociación As Laxas de As Curuxeiras. En este pueblo hubo Navidad porque así lo quiso la agrupación vecinal. “Veías luces festivas en el rural de San Cibrao o Pereiro, pero no en el de Ourense”, compara. Ellos montaron un árbol y un belén e invirtieron 600 euros para que Papá Noel repartiera regalos a los niños del pueblo, además de 250 euros en iluminación. “Mientras el alcalde duplica el gasto en la ciudad, aquí no llegó nada, cuando por 3.000 euros instalas luces a la entrada y la salida de una decena de pueblos”. Además, solicita “que se lleven a cabo las obras previstas para 2021”. Rafael García, presidente de la asociación de O Polvorín, reclama “que nos tomen en cuenta”. En cuanto a peticiones concretas, demanda una línea de bus hasta el centro de salud de A Cuña, ya que la mayor parte de la población del barrio está envejecida y no cuenta con un servicio de transporte público hasta allí, por lo que los ancianos del lugar acuden a pie o en taxi. A veces, se encargan de llevarlos miembros de la propia asociación. En Rabo de Galo, la representante de los vecinos, Lorinda Fernández, pide “que se lleven a cabo las obras pendientes de ejecutar por parte del Concello y que las asociaciones puedan continuar su actividad”. Delmiro González, presidente de la asociación de Vilar de Astrés, pide la reparación de las pistas del lugar, como la de Lodeirós, una mayor frecuencia de autobuses hasta el campo de fútbol y “pasos de cebra elevados para reducir la velocidad de los vehículos en la carretera de Vilar” porque “pasan que meten miedo”, reconoce. Además de estas peticiones al Concello, solicita a la Diputación una senda peatonal junto a la carretera que sube de Eiroás hasta el pueblo de Vilar. De modo similar, Manuel Solveira, que preside la asociación de Santa Mariña do Monte, solicita la reparación de la pista que baja desde el Campo da Feira hasta las fuentes, ya que “el asfalto está levantado y lleno de baches”. Pero, sobre todo, reclama que este barrio lleva pendiente de dos obras desde 2014, “y la burocracia es demasiado lenta”. Se trata de la renovación de la bajada hacia la iglesia y el cambio de ubicación de la depuradora.