“Disto non se vive, é un hobby que rouba tempo”

El debate entre ganadería extensiva y intensiva está en auge. José Pérez, ganadero de Baltar, tiene claro que “a xente di unha cousa e fai a outra”. Y es que la carne de explotaciones como la suya, de 30 vacas, tiene una salida difícil en el mercado porque “a xente o que busca é o prezo baixo. Non serve de nada acadar unha carne de calidade porque só a valora unha porcentaxe mínima dos clientes”, lamenta. Por ello, él y otros dos hermanos más, que están a cargo de la explotación, no se plantean ampliarla, aunque cuenten con espacio para el triple de ganado. Y, por economía de escala, “para que isto fora rendible, precisaríase un mínimo de 60 vacas”, sostiene Pérez, que es licenciado en Sociología y cuenta con varios posgrados. Compagina esta labor, en la que se inició con su abuelo y a la que dedica más de 20 horas semanales, con un trabajo a jornada completa. Sin tapujos, subraya que “eu non vivo disto. Isto é o que me rouba tempo por unha ilusión. Case todos os que estamos hoxe en día coa gandería en extensivo de vacuno témolo como un complemento. En todo Ourense, vivirán exclusivamente disto catro persoas”. “Cando ves un animal así, é que está feliz”, celebra Pérez ante la tranquilidad de sus vacas. La mayoría son de la raza Salers, otras un cruce esta entre esta y la limusina. Mima al ganado: cuando llueve mucho, les coloca un manto de paja para que se acuesten en suelo seco. “En sete anos, só houbo que axudar nun parto a que saíra o xato”, sostiene. Y es que, en otras explotaciones, tratan de acelerar la crianza, “cubrindo” vacas que aún no están preparadas para traer una nueva vida al mundo. El animal más tonto Pérez tiene claro que “os humanos somos os animais máis tontos. Non somos autosuficientes ata os 40 anos”, recuerda, mientras que los becerros recién nacidos aprenden a valerse por sí mismos en menos tiempo que el que se tarda en leer este periódico. Además, sostiene que sus vacas son capaces de oler la electricidad, y que, gracias a esta habilidad, ni se acercan a los pastores eléctricos. Eso sí, son temerosas: cuando el ganadero aparta el hilo con corriente para que pasen a una sección diferente del terreno, tiene que caminar delante de ellas, demostrando que no hay peligro, para que se atrevan a moverse. La protección del ganado es importante. “Case gastamos máis en alimentar os mastíns que o resto da explotación”, reconoce. Al aire libre están los perros guardianes Pastor, Loro y Leo, y hay dos más “de reposto” en casa. Quieren a las vacas tanto como él: es usual verlos lamer con cariño a los becerros. También cuenta con un curioso burro. “Son as cousas que ten comprar cousas por internet. No anuncio, había fotos do animal visto desde só un lado. Cando chegou, descubrín que estaba torto do outro”, recuerda. A Pérez siempre le gustaron los burros (este se llama Marcelino), y además adquirirlo tiene un sentido práctico. “Escoitan mellor os ruídos anómalos que os cans. Trátase de ter diferentes niveis de seguridade. Ao achegarse un lobo, o burro ponse a tolear, pon os cans en alerta e as vacas agrúpanse para defenderse”, explica. Por fortuna, aún no tuvo pérdidas a causa del lobo. Sí sufrió por culpa del jabalí, que no ataca a sus animales pero destroza el terreno. A raíz de sus daños, dejó de sembrar maíz.