El Ejército, el aliado de los vecinos del rural en la guerra contra los incendios

photo_camera Un soldado trata de avistar desde un monte de Viana cualquier posible conato de incendio. (M. ÁNGEL)

Cerca de un centenar de militares recorren 24 horas al día, durante dos meses, las comarcas ourensanas más afectadas por el fuego, con un despliegue que suma ya este año 100.000 kilómetros

Los vecinos de las comarcas ourensanas más afectadas por los incendios forestales se han acostumbrado durante los últimos años a la presencia militar por las calles de sus pueblos y los montes. Son ya parte de la población de la época estival, soldados que llegan, no solo desde Galicia, sino también de otros puntos de España para contribuir a la ardua lucha contra el fuego, una de las principales lacras para la provincia.

Forman parte de la denominada operación "Centinela Gallego" llevada adelante gracias a un convenio entre el Ministerio de Defensa y la Xunta, que este año cumple una década en vigor tras ponerse en marcha después del complicado mes de agosto de 2006, uno de los más trágicos en materia incendiaria.

La Región pudo compartir una experiencia en primera persona de la forma de trabajar de las tropas militares, en concreto con una sección de la Brilat con base en el Concello de Viana do Bolo, la brigada "Galicia VII", llegada el pasado 17 de agosto desde Valladolid para desplegarse en la zona durante casi dos semanas. Al frente, como jefe del área, está el capitán Alberto Bonilla, que cuenta los rasgos básicos que definen a su formación, "audacia, admiración, sacrificio y disciplina". Son la "mano derecha" de los vecinos del rural ourensano.

Planificación

Sus características se hacen sentir desde la primera toma de contacto con la unidad, con base en el centro educativo de Viana, donde se planifica cada día la misión a desarrollar, un cometido en el que no descansa y que supone que exista una vigilancia de las áreas asignadas durante 24 horas al día.

"El objetivo es que haya una presencia permanente, con el objetivo de poder dar una información continua para contribuir a la defensa y seguridad, que es nuestro principal objetivo", detalla Bonilla.

Para ello, solo en su regimiento para esta misión cuenta con un total de 12 de las 27 patrullas que en estos momentos están vigilando diferentes territorios gallegos, un despliegue que podría multiplicarse por tres en caso de que la Xunta así lo requiriese por la gravedad de la situación. "Estamos en el ejército totalmente preparados para tener presencia con hasta 75 patrullas si el nivel de esfuerzo es muy alto", apunta el jefe de área.

La dedicación que muestran para salvaguardar el rural ourensano se nota en las estadísticas que cada noche vuelcan en sus bases de datos para buscar mejoras en su trabajo. En poco más de un mes desde que empezó la operación, los militares han recorrido en sus vehículos cerca de 100.000 kilómetros, lo que les ha permitido detectar un total de 106 incidentes relacionados con el fuego, de los que 29 son incendios, 31 quemas y 46 conatos.

Experiencia

La experiencia de años anteriores les lleva a detectar que su presencia genera cierta disuasión entre posibles incendiarios, conscientes de que su presencia acecha tanto por el día como por la noche. La "coordinación" con las administraciones es fundamental en su despliegue, apunta Bonilla, que resalta el continuo contacto con la Guardia Civil o los distritos forestales.

Para tener todo bajo control, el estudio de las zonas que se disponen a patrullar y vigilar requiere un intenso trabajo previo con cartografía, tanto digital como en papel. "Todo tiene un planteamiento previo, nada es fruto de la improvisación", confirma el jefe de área, que sin embargo, matiza que existe "flexibilidad" para actuar si la situación lo requiere, refiriéndose a salidas a zonas que no son competencia de este convenio o a variar las rutas en el momento si es necesario.

Cometidos

Pese a que la presencia "in situ", dejándose ver por los vecinos, es la clave de esta operación, también cobra importancia la vigilancia desde colinas o puntos elevados de la geografía ourensana, que permiten tener una visión panorámica de lo que está sucediendo. Es lo que sucede, por ejemplo, desde un monte muy próximo al núcleo de Viana, desde donde dos militares otean con sus prismáticos los concellos de Trives, Vilariño de Conso y Viana para detectar cualquier posible rastro de incendio.

"Es lo que hacemos, una presencia disuasoria, pero también de observación y detección de conatos", resume Alberto Bonilla, líder del despliegue, pero consciente que "sin mi equipo, esto no sería posible".

Brigada joven y mixta, reflejo de la unidad

Las patrullas que se despliegan durante el verano por la operación "Centinela Gallego" son habitualmente jóvenes, con un abanico de edad que oscila, en el caso de la unidad de la Brilat destinada durante estos días en Trives y Viana, entre los 22 y los 40 años.

Además, es ya habitual  la presencia tanto de hombres como de mujeres, una muestra de la paridad que se comienza a imponer también en el cuerpo militar.

"Es totalmente mixto, un reflejo de la unidad en la que estamos a diario", explica el responsable del área, Alberto Bonilla, que indica que las únicas distinciones que se realizan en la base operativa, en este caso en el centro educativo de Viana, es la separación por sexos de las habitaciones.

La presencia en esta misión es, además, voluntaria para los miembros de esta unidad de la Brilat, que no tiene problemas para encontrar gente dispuesta a echar una mano a una provincia castigada reiteradamente por los incendios forestales.

Muchos de ellos han optado, incluso, por repetir experiencia durante los diez años que se ha desarrollado el acuerdo entre administraciones. Entienden que su ayuda es muy importante para la ciudadanía.

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