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La electrificación del AVE gallego, pendiente ya solo de dos kilómetros

Con la base de Vilavella sin ejecutar, la de Meamán es la principal candidata a convertirse en la base de mantenimiento del tramo gallego de la línea de alta velocidad.
photo_camera Con la base de Vilavella sin ejecutar, la de Meamán es la principal candidata a convertirse en la base de mantenimiento del tramo gallego de la línea de alta velocidad.
El ramal de conexión con la línea convencional y la estación de ferrocarril de A Gudiña son las últimas obras pendientes

La catenaria ya está a las puertas de la estación de Ourense. Ha cruzado el viaducto del Miño y está tendida sobre los últimos catorce kilómetros desde la estación de Taboadela, incluyendo los cuatro túneles del corredor de ancho mixto por el que podrán circular trenes convencionales y de alta velocidad hasta que se materialice la variante exterior. En total son 117 kilómetros si contamos los 103 que hay desde el cambiador de ancho de Pedralba de la Pradería hasta el cambiador de Taboadela. Sin embargo, no está concluida toda la instalación eléctrica. Todavía faltan algo menos de dos kilómetros, correspondientes al ramal que une la línea de alta velocidad con la vía de ancho convencional de Zamora en Taboadela.

En nuestro recorrido mensual siguiendo la evolución de las obras del AVE, este hecho fue el que más nos llamó la atención, porque está prácticamente igual que hace un mes. Si el propósito de tener concluida la electrificación en 2020 era firme, este pequeño tramo de menos de dos kilómetros lo ha impedido. ¿Supone esto un inconveniente para cumplir el objetivo que el presidente Sánchez acaba de reiterar al presidente Feijóo de que el primer AVE llegue a la estación de Ourense en el segundo semestre de 2021? Un semestre es un plazo muy largo y un trabajo que puede quedar resuelto en menos de un mes no tendría que ser impedimento para que se cumpliese. Ni afecta a las pruebas en el estadio actual ni a las pequeñas obras con las que se están terminando los últimos remates de la línea.

Pero son algunos de esos pequeños remates, como la falta de catenaria en el ramal, los que llaman la atención en un trazado de 119 kilómetros en los que parece que podrían ya circular los trenes. Tanto es así, que incluso la señalización está encendida, con los semáforos en rojo, como si advirtieran de que acaba de pasar un tren.

Sanabria

El primero de ellos lo encontramos todavía en el tramo anterior, en el municipio de Palacios de Sanabria. La estación de Otero de Sanabria o Sanabria Alta Velocidad sigue fuera de servicio. Los viajeros de esta comarca, suben y bajan del tren en A Gudiña. Un autobús sirve de lanzadera ente A Gudiña y la estación de Puebla de Sanabria para esos viajeros. Mientras que para los ourensanos el nuevo tramo ha representado un ahorro de 50 minutos, para los viajeros sanabreses supone un incremento de tiempo de viaje de casi una hora, que es la que invierten en llegar hasta la estación de A Gudiña y desde allí en autocar hasta Puebla de Sanabria. Este inconveniente, que teóricamente tendría que haber quedado zanjado ya en diciembre, se verá prolongado en el tiempo durante varias semanas, y solo semanas en vez de meses, gracias a una solución provisional: acondicionar unos 150 metros camino de acceso que emplearon los camiones de la obra para que puedan pasar por él autobuses y vehículos privados hasta el vial de acceso a la estación, mientras no se resuelve el conflicto entre el Adif y la adjudicataria de una rotonda que conecte ese vial con la carretera N-525.

Una nimiedad con un plazo de ejecución de mes y medio y un presupuesto de poco más de 305.000 euros, que fue con el que pujó la empresa madrileña Infraestructuras Conelsan, pero que mantiene bloqueada la mejora de tiempos de viaje de los que deberían estar disfrutando los usuarios de Sanabria: tener Madrid a menos de dos horas de viaje y no a las 3:25 a las que se han visto relegados.

Más ventajas disfrutan los viajeros de A Gudiña, Verín y alrededores, que ya tienen Madrid a 2:35 horas en el tren más rápido y 2:51 en el más lento. Su estación de alta velocidad, Puerta de Galicia, es otra de las “nimiedades” pendientes de finalizar. Los obreros de la UTE formada por Dragados-Tecsa siguen trabajando en el interior de la futura estación y en la marquesina del andén de viajeros, casi dos años después de que fuera adjudicada con un contrato que establecía el plazo de ejecución en ocho meses. El aspecto exterior del área de trabajo está prácticamente igual que hace un mes y el vestíbulo de entrada todavía sigue en obras, como entonces. Es posible que los avances se estén produciendo en el interior. Las fachadas cubiertas de pizarra están terminadas y la zona de acceso y estacionamiento, están prácticamente listas. Si tenemos en cuenta la pequeña magnitud de esta construcción y la dilación del plazo de ejecución, que pronto triplicará el que estaba asignado por contrato, la estación Porta de Galicia será una de las obras más lentas de la línea de alta velocidad.

La vía izquierda

El resto se puede decir que está todo concluido. Ya no hay obstáculos insalvables ni situaciones que pudieran causar un retraso en el estreno de la línea, salvo que en el proceso de evaluación de la misma se pudiera detectar algún fallo, cosa que no entra dentro de las previsiones del Adif. No se puede decir que no haya sucedido nunca (ocurrió en el corredor Madrid-Barcelona), pero desde luego la línea gallega ha progresado, con retraso, pero siempre adecuadamente.

Y mientras las obras se pueden dar por concluidas en lo que concierne al trazado con el que será inaugurado el AVE gallego, en la vía izquierda, entre Requejo y Vilavella, se sigue trabajando en el pequeño subtramo entre Pedralba de la Pradería y el túnel del Padornelo y entre Lubián y el túnel de La Canda, en la vía izquierda, dos subtramos para los que todavía falta tiempo que entren en servicio ya que forman parte de los 32 kilómetros de vía izquierda que han quedado, de momento, en stand by hasta que se adapte el viejo túnel del Padornelo para su uso compartido por la vía de ancho convencional y la línea de alta velocidad.

La última incógnita que queda por despejar en lo que a la línea gallega de alta velocidad se refiere es el futuro de la base de Vilavella. Una base que solo existe en el contrato que fue adjudicado pero no llegó a ejecutarse: ni sus vías de servicio, para trenes de ancho ibérico y de ancho estándar ni la losa de transferencia de carril ni los pórticos fijos, ni tampoco las edificaciones y elementos que servirían para convertirla en base de mantenimiento de la línea una vez que entrase en servicio. De momento es solo un puesto de banalización. 

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