La crisis y la influencia del entorno son las principales causas que desencadenan una mayor agresividad de los jóvenes

Los fiscales detectan más robos con violencia realizados por menores

El Pazo de Xustiza de Ourense cuenta con un Juzgado específico de menores, en la planta baja. (Foto: XESÚS FARIÑAS)
Los menores delincuentes se han vuelto más agresivos en aquellas conductas ilícitas que los llevan ante la justicia.
Más lesiones, delitos de índole sexual y robos, incluidos aquellos en los que media intimidación y violencia, apuntalan una tendencia que tuvo su punto de partida en 2010, según recoge el último informe hecho público por la Fiscalía General del Estado esta misma semana. La razón de este incremento, según señala el fiscal delegado de Menores en Ourense, José Manuel Ucha, hay que buscarla 'en la agresividad que se genera en todos los ámbitos de la sociedad y la falta de control por parte de los padres, tutores y guardadores'. A su juicio, los jóvenes que pasan por la jurisdicción de menores presentan 'trastornos de conducta cada vez mayores'. Trastornos relacionados, sobre todo, con problemas de hiperactividad y déficit de atención o conductas desafiantes ya no sólo con respecto a los padres sino también -añade Ucha- con 'profesores y entrenadores, personas que puedan representar un principio de autoridad y traten de ponerles límites o no acceder a sus conductas caprichosas'.

El pasado año aumentaron los delitos de lesiones (pasaron de 133 a 142) si bien no hubo ninguna de las agresiones catalogadas en el artículo 149 del Código Penal (provocan mutilaciones). La inmensa mayoría se circunscribe a lugares de ocio o peleas en recintos escolares.

Según apunta el representante del ministerio público, los jóvenes no son ajenos 'al medio que les rodea y que rezuma agresividad por todas partes'. Redes sociales, programas de televisión o vídeojuegos ejemplifican su discurso.

Pero tampoco son ajenos a las dentelladas de la crisis, de ahí el repunte notable de los delitos patrimoniales. Tanto los robos con fuerza como los violentos van al alza, sobre todo los últimos, que llegaron a doblarse (de 18 expedientes incoados se pasó a 35). En estos últimos, la fiscalía apreció un fin utilitarista: mayores de edad que recurren a las personas más jóvenes, a sabiendas de que en la jurisdicción de menores las medidas adoptadas por los jueces son a todas luces más benévolas.

En los robos que llegan a juicio hay demasiada frustración, o lo que es lo mismo, 'chicos que se ven privados de aquello que quieren y sus padres no pueden comprarles porque pasan por un mal momento económico'.

Ahora bien, tanto jueces como fiscales enfatizan que no todos los menores que delinquen pertenecen a familias desestructuradas, carentes de recursos, sino todo lo contrario, cada vez abarcan más estratos sociales diferentes Y ello porque donde en ocasiones hay dinero falta disciplina. 'Aquí nos llegan menores pertenecientes a familias sin problemas económicos pero con graves problemas de conducta, a quienes les gusta desafiar al entorno familiar', matiza José Manuel Ucha.

Tanto operadores jurídicos como colectivos que trabajan con delincuentes creen que el caballo de batalla para resolver los problemas de conducta es la prevención. Y, sobre todo, a edades tempranas.

La Asociación para la Prevención de la Exclusión Social (Apes), con una amplia experiencia de trabajo con presos y la prevención es las escuelas, tiene clara la importancia que tiene intervenir antes de que haya una dificultad de cara a evitar conductas de riesgo. En el caso concreto con menores, subraya la falta de concienciación con respecto al alcohol.

'El consumo de alcohol en los menores de edad está detrás de toda una serie de comportamientos denominados por la criminología como desviados, destacando las agresiones, el vandalismo, absentismo, fracaso escolar y el consumo de otras drogas asociadas al ocio nocturno', señala la coordinadora del colectivo, Raquel Crespo. Recuerda que la mayoría de las personas que atiende en prisión comenzaron su carrera delictiva antes de los 18 años y un número significativo tuvo un problema de adicción que se inició con la ingesta de alcohol.

Para Crespo deben ser los adultos quienes limiten las oportunidades que fomentan ciertos comportamientos. 'A los menores hay que protegerlos, en el buen sentido, no sobreprotegerlos; tienen que comprender los riesgos que existen, y acompañarlos en el difícil proceso de socialización, esa es una responsabilidad de los agentes educadores, siendo el principal y más importante, la familia', añade.

Todo ello, sin olvidar nunca que la capacidad de los adolescentes para definir sus acciones es limitada por su edad. 'Una persona de 13 o 14 años no tiene capacidad para decidir si puede o no puede beber alcohol, fumarse un cigarro o consumir otras sustancias, no tiene capacidad porque no está preparada para tomar decisiones que pueden influir en su vida de manera determinante', destaca.

Ucha también reclama mayor esfuerzo inversor a las administraciones para articular una mayor coordinación entre los servicios sociales de los concellos y la Xunta (consellerías de Benestar, Sanidade y Educación) para 'elaborar planes conjuntos que permitan detectar situaciones de riesgo' y así reconducir conductas previas a la comisión del delito.

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