En el salón de plenos y en la plaza
Dijo el alcalde Jácome que habría que "besarle los pies" a su concejal de Cultura, que se llama Mario González. Lo dijo, solemne, en el salón de plenos, ese lugar donde ha demostrado su mejor versión: insultos, algaradas, desplantes y demás vocinglería. El motivo de inclinar la cerviz hasta los pinreles del edil hasta darle un ósculo es por lo bien que lo hace en el departamento, dice Jácome. Lo sabemos bien por la descollante programación navideña, a la altura de esa villa de tercera a la que prometió llevarnos el regidor y hacia la que cabalgamos desbocados. Cuando yo era niño el cura ponía el día de Reyes la figura del niño Jesús en el pasillo central de la iglesia e íbamos en fila a poner nuestros labios sobre el piececillo del hijo de Dios. Jácome puede poner a su concejal de Cultura descalzo en el salón de plenos para que el resto de concejales y él mismo pasen a doblarse ante él. No pasa nada. También besa los pies a doce pobres como gesto de humildad el obispo el Jueves Santo. Y, como la gestión del concejal es tan brillante, lo suyo es que lo ponga también en la Plaza Mayor para que peregrinen los ourensanos al besapiés. El edil, allí con sus pies desnudos, y los miles de ourensanos guardando cola para hacer la reverencia a una especie de hijo de Jácome, nuestro dios menor. Y este, secando la saliva de los ourensanos sobre los deditos del concejal con pañuelos de 400 hilos de algodón egipcio. Las convicciones democráticas de esta gente pasan por eso precisamente, por besar los pies, no por disentir con el argumentario que sale de la fontanería municipal. Es la visión del pensamiento único. Es la democracia orgánica, es decir, por mis órganos que aquí se piensa lo que conviene. Y menos mal que no nos exige que se los besemos (los órganos) también de paso que nos vamos inclinando de camino hacia los pies.
El turismo, qué gran invento
Sigue el alcalde Jácome en gira por las teles, que no es lo mismo que ir de gira por los barrios para ver lo bien que los está poniendo desde que manda él. Antes iba su tele a contar las losetas sueltas por toda la ciudad, pero ahora no sale la unidad móvil porque se va mejor en coche oficial. Anduvo Jácome haciendo directos promocionando su cutre belén abriendo una nueva vía de negocio: es el turismo de la ciudad de los pésimos gestores. Como aquella peregrinación a ver el Ecce Homo de Borja. En el año 2012 una restauradora aficionada la pifió bien cuando quiso rehabilitar un fresco con la imagen de Cristo. Cuenta la prensa aragonesa que son ya más de 200.000 los visitantes que se han acercado a ver la ñapa. El alcalde ourensano, sagaz empresario, ha visto que también puede acuñar un producto turístico. El belén más feo del mundo bien merece un viaje. "¿No va la gente a ver Chernobyl o el campo de concentración de Mauthausen? Pues, en la gira de los espantos, les esperamos en Ourense", dijo el regidor en unas declaraciones a la publicación Viajar es un Horror. Las agencias de viaje ya se han lanzado a las ofertas: pase el fin de semana en Ourense para ver el estafermo del belén y por el mismo precio sea usted insultado en el salón de plenos por el mismísimo alcalde. Pensión completa por cuatro perras. Y, claro, los 200 científicos que dijo Jácome que llegarán el año que viene al Centro de Inteligencia Artificial (la CIA, la otra), ya nerviosos, adelantan la llegada para antes de que se desmonte el belén. Expourense organizará la primera edición de Expoadefesio, donde el Concello ocupará varios stands. Un centenar de expertos internacionales participará en vísperas del Xacobeo en el I Congreso sobre la Influencia de la Ordinariez Municipal Ourensana en la Divulgación del Camino de Santiago. Un parque temático sobre las chapuzas institucionales y un Centro de Interpretación sobre el Feísmo completarán el Plan Estratéxico Ourense Cara o Novo Esperpento. Y claro, todos estos eventos, serán inaugurados por el alcalde. Detrás, los maceros con sus tabardos, el gorro de terciopelo tocado con pluma y la maza de plata. Todo muy solemne.
Cada uno mira lo que puede o le gusta
Y, ya lanzado, el primer cargo de la ciudad (tener autoridad es otra cosa) se ha apuntado al turismo de catástrofes. Dijo que su belén, el que compite por ser el de peor gusto del mundo, le gusta mucho y que "la gente quiere ver cosas diferentes, como las inundaciones de Oira". Sospecho que ha disfrutado absorto desde el mirador de Velle viendo como la furia del Miño reclama paso y se lleva lo que encontraba por delante. Son los mirones de las desgracias, el turismo del morbo. Los mirones antes contemplaban cómo evolucionaban las obras públicas. Claro, aquí no hay ese tipo de espectáculos porque el Concello obras de entidad no hace. De ahí que el entretenimiento esté en la riada.