CRÓNICA

La invasión de la "carita feliz"

photo_camera Los niños participantes, concentrados dibujando su emoticono.

Una imagen vale más que mil palabras: con este objetivo, la ilustradora María Grande se propuso indagar en las emociones de los más pequeños a través de los emojis, en un taller enmarcado en la ICC Week

El centro cultural Marcos Valcárcel convirtió ayer una de sus salas en la casa de los emojis. Las clásicas caritas amarillas típicas de WhatsApp centraron esta actividad, en el marco de la ICC Week, en la que niños y niñas expresaron sus emociones con emoticonos. Al frente, la profe "María", la diseñadora gráfica e ilustradora ourensana María Grande.

"Yo a este le estoy poniendo un lazito, es mi favorita", dice una de las más pequeñas, posando con un emoticono de papel. Aquí, la tristeza, la alegría, la pena, la sorpresa... Son diferentes para cada niño, también en el dibujo. Por eso no es de extrañar que el muñequito de sorpresa adquiera varias expresiones en el trazo de los participantes infantiles del curso. "Los niños son imprevisibles. Lo que uno ve de una manera, otro lo ve de otra. Es interesante rebuscar y ver en su mundo", cuenta la ajetreada "profe", María Grande, cuyos emoticonos la atraparon como forma de comunicación. "Me fascinan, porque es el mejor complemento a un texto. Una imagen. Además, se potencia mucho la creatividad", define los objetivos la artista ourensana.

"Los emoticonos son el mejor complemento a un texto y potencian la creatividad de los más pequeños. Me fascinan."

El público infantil estuvo acompañado durante la mañana por padres que se remangaron para coger rotulador y folios y dibujar sus emoticonos, o lo que es lo mismo, sus emociones. "Os nenos escribiron unha historia con un personaxe, é unha actividade moi lúdica e aprenden a expresarse", comenta una de las madres.

Entre todos, crearon un muñeco al que llamaron "Frankenstein emoji", al que rodearon de pegatinas para relatar su pequeña historia. "Potencia la creatividad, su parte narrativa, porque haciendo mezclas locas de emojis transmiten un mensaje", relata Grande. Tan bien se lo pasaron que muchos exigieron sus pegatinas para casa.

Y la mezcla más importante: la de edades. "Es interesante ver como niños de 4 y 12 años se unen. Les inculco que se ayuden unos a otros. Este tipo de talleres deberían ser un complemento a su formación", explica la diseñadora, que ya está pensando en una clase de emojis para adultos. ¡Carita feliz!

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