ENTREVISTA

Jesús Apolinar: “Las personas vamos supliendo los defectos de las instituciones"

Allaríz. 4-12-2015. Polo, Comité Antisida. Paz
photo_camera El médico Jesús Apolinar Álvarez

En el año 1992,  llegaba a Ourense para trabajar como médico y en la ciudad se fundaba el Comité Cidadán Anti-Sida

En el año 1992, Jesús Apolinar Álvarez llegaba a Ourense para trabajar como médico y en la ciudad se fundaba el Comité Cidadán Anti-Sida, al que siempre estuvo vinculado y que preside desde hace unos seis años. "Veníamos de los años negros de la heroína, y empezaba la epidemia de la cocaína. Sólo había un tratamiento para el VIH y la supervivencia, después del diagnóstico, era pequeña. Era un momento social catastrófico. Más del 70 por ciento de los usuarios de drogas de aquellos años ya ha fallecido y por sobredosis sólo un 10 %, el resto fue por complicaciones que se podían prevenir, y ahí surge la necesidad del comité, iniciado por padres de afectados, afectados y médicos de infecciosos", recuerda este médico de Atención Primaria, actualmente instalado en Allariz. 

Ha pasado el 1 de diciembre, Día contra el sida, ¿ya hemos olvidado el problema? 
En cierta manera así parece. No es una de las cuestiones que ahora mismo están en alza, ya tuvo su momento cuando era epidémico. Pero como todas las cosas, no hay más que ver lo que ha pasado también con los refugiados, han dejado de ser actualidad.

Después de tantas décadas, ¿aún hay miedo a decir que se tiene sida?
Sí, y muy razonablemente. Las cosas con los trabajos no está como para virguerías, y es algo que no se habla, porque la gente sigue teniendo miedo y sigue siendo un problema convivir con el sida.


¿En todos estos años hemos aprendido algo? 
No todo, queda algo de resquicio. Ahora mismo la opinión general no tiene mucha importancia comparada con la conciencia personal, y eso es una cuestión que se educa. Estamos hablando de una enfermedad que se transmite por comportamientos concretos, y en estos años nos tememos que la formación en aspectos de salud, como la sexual o las drogas, no ha avanzado demasiado. La tendencia en la educación es más a formar en conocimientos de libros que a formar para la vida. Hay defecto en la formación, no se ha trabajado en ello.

¿Sería posible hoy en día un movimiento como el que dio lugar a la creación del comité?
No lo sé. Hay muchos factores que influirían. El voluntariado, base de estas asociaciones, se fue profesionalizando y el boom de comienzos de los 90 se perdió, aunque aún no conocemos mucho todos los factores, lo cierto es que todas las asociaciones sufrimos un gran descenso de voluntario. Ahora estamos, según mi percepción, en un momento donde el fenómeno vuelve a despuntar y se ha recuperado la ilusión. Las cosas son cíclicas. En cuanto a la administración, ésta  tiene una obligación moral de cumplir con aspectos que hacen las ONGs, pero mientras no se haga cargo de ellas, deberán apoyar a estas asociaciones, que están trabajando además a pie de calle.

Al llegar la crisis, ¿ha habido problemáticas que han pasado a ser secundarias ante las primeras necesidades?
Tanto a nivel estatal como de gobierno autonómico, que son muy distantes con lo que ocurre en  la calle, la dinámica seguida ha sido reducir los gastos en el ámbito social todo lo posible,  y eso es un hecho. Las ONGs han ido desapareciendo, en Ourense hay varios ejemplos. El dinero que invertíamos como sociedad en el campo social se ha reducido más de la mitad y eso es, simplemente, una decisión política.

¿Molestan las asociaciones sociales?
Bueno, si pides y no te van a dar nada, no es agradable encontrarse contigo. Pero pedimos porque creemos que es imprescindible, y estamos convencidos que es mucho más caro no dar estos recursos, como una plaza en la Casa de Acogida, por ejemplo,que el gasto sanitario o penitenciario que podría darse. Sale más barata la prevención y el cuidado. Pero la decisión de quien gasta el dinero en cada momento es suya, es su responsabilidad. Quien decide en qué gasta los recursos, lo hace libremente y quienes trabajamos en el campo social, no compartimos las decisiones adoptadas en los últimos años. Nos acercamos a límites donde tenemos que hablar de dignidad de las personas.

Como médico en Atención Primaria, ¿la cobertura a colectivos marginales es adecuada?
En Ourense, en concreto, el impacto de la desgraciada norma de retirar la tarjeta sanitaria a inmigrantes fue algo más reducido por el menor número de población, por un lado, y  por el otro, porque en la práctica nos vamos apañando. Es un sitio pequeño donde la gente nos conocemos, sabemos dónde están los recursos y de quien echar mano. Debajo de esas leyes que podían haber hecho una sanidad más fea, especialmente para la gente más marginal, nos vamos moviendo y apañándonos, que vecinos somos todos. La Atención Primaria y, sanitaria en general, para los colectivos marginales es muy dificultuosa en todos los niveles, si no, no sería marginal. Siempre va a existir , pero deberíamos evitar que crezca. En cuanto a los recursos, las personas vamos supliendo los defectos de las instituciones.

¿Hay estigma social en otras enfermedades?
El problema del consumo de drogas siempre fue muy visual, su aspecto físico lo hacía evidente, y eso conlleva un estigma. Tampoco debemos despistarnos del tema de la hepatitis C que tiene unas secuelas físicas y afecta a los enfermos. Yo creo que la gente que está con quimioterapia y va con la cabeza descubierta le echa mucho valor, porque todavía se murmura. Seguimos diciendo que murió de una larga enfermedad. Hay estigmas en muchos niveles. Todos somos muy majos hasta que nos toca de cerca.


¿Ha cambiado el perfil del usuario del Comité?
La gente, con los tratamientos, sobrevive y se va haciendo mayor. Aumenta la edad y por tanto aparecen más complicaciones, se aguantan peor los inviernos y hay más necesidades. El que haya disminuido el consumo de drogas intravenosas no quiere decir que haya desaparecido la marginalidad, lo que ocurre es que el grupo tal vez es menos evidente,porque demandan menos y tienen comportamientos más civilizados. Pero siguen existiendo y no ha disminuido.

¿El Comité corre el riesgo de desaparecer?
Sí, ya desapareció el de Santiago, el de Lugo y en Vigo apenas existe. Sólo en A Coruña mantiene la casa de acogida con ayuda de la Diputación, así que si miramos a nuestro alrededor las probabilidades de que nos toque, son altas. Hay cierta tendencia, de todos modos, de que vaya mejorando. No hay muchas razones para ser optimistas, pero tampoco para quitarse las venas. Aunque cualquier analista externo tendría razones para creer que esto se acaba. 

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