José Emilio, guardia civil rural, mano a mano con los vecinos

José Emilio Vázquez (50 años) es un guardia civil rural, en la demarcación de Cea. Justo antes de llegar a este puesto, desempeñaba sus funciones en Madrid, donde tenía responsabilidades radicalmente diferentes. Sin embargo, afirma que la calidad de vida se incrementa y también lo hace el trato con la población. “Somos una policía cercana, es la sensación que nos transmiten”. Conocer a todos los vecinos ofrece sobre todo ventajas: “Eres un vecino más, muchas veces sabes lo que pasa porque conoces a la gente, te comentan los problemas -incluso personales- porque confían en ti”, indica. Sin embargo, sufren la lacra de la falta de personal. “Nunca podemos estar 24 horas todos. Debido a la dispersión territorial hay poca gente trabajando, nosotros somos seis. Si hay una emergencia y no hay nadie de turno tiene que venir la patrulla más cercana”, afirma Vázquez. Disputas vecinales Los guardias civiles rurales realizan todo tipo de intervenciones. Tráfico, Seprona, Seguridad Ciudadana… Las competencias se adaptan a la necesidad. Sin embargo, Vázquez relata que las disputas vecinales son el tipo de conflicto por el que más les avisan. La típica pelea por mover los marcos y similares. “La mayoría de las veces se soluciona yendo a hablar con ambas partes”, dice el agente. “La tierra ya no se trabaja, la población está envejecida y ves que en ocasiones las peleas surgen por mero aburrimiento”, añade. Otro de los delitos más habituales son los cibernéticos. Desde hace unos años, este tipo de incidencias se multiplicaron. Cada día, en la demarcación, reciben una media de cinco avisos para que acudan a intervenir. “Ourense es una provincia segura, incluso respecto a Galicia”, indica. Despoblación A los guardias civiles se les presuponen unas tareas propias de su profesión, pero en el rural también ejercen como supervisores y en ocasiones acompañantes de personas mayores que viven solas. Vázquez recuerda una ocasión en la que una señora le llamó “porque se le movían las paredes en casa”. Acudió al domicilio de la vecina y la tranquilizó, simplemente hablando con ella. “Estaba sola y quería socializar. Pasa mucho con la gente de edad avanzada. Al tener este trabajo, acudes a sitios como aldeas de tres habitantes y sabes de antemano con que conflictos conviven”, asegura Vázquez.