EN CLAVE

Legítimas aspiraciones a volar

Ingeniería Aeronáutica es una realidad. Pequeñas empresas ejemplifican que desde Ourense se puede ganar el mundo. Y si los políticos hiciesen su papel, mucho mejor. ¿Cuál es? No estorbar.

LUNES, 18

Se veía venir hace años, incluso siglos

El profesor Pegerto Saavedra publicó un trabajo titulado "La vida en los pazos gallegos: entre la literatura y la Historia" y en un párrafo de la introducción escribe: "A mediados del siglo XVIII había en Galicia unas 6.500 familias nobles. Muchas de ellas vivían a la continua en “casas grandes” aldeanas, que se diferenciaban de las humildes construcciones campesinas por su fábrica y blasones, pero que no se situaban fuera de la comunidad rural. Sus moradores eran pequeños rentistas, dedicados a la labranza y crianza, a la aparcería de ganado, a los negocios usurarios, a la administración y cobranza de los ingresos de grandes instituciones eclesiásticas, de la nobleza cortesana y de la hacienda real y al desempeño de oficios concejiles".

Este investigador de la Universidad de Santiago hace deliciosas reflexiones en este trabajo en torno a una de las señas de identidad de la arquitectura gallega, por lo tanto espejo de la sociedad de una época. Viene a cuento después de leer en el periódico un reportaje en el que se alerta de que el 30% de los pazos contabilizados en Ourense están en venta y que la mayoría de sus propietarios hoy ven en esa posesión más un problema que un signo de distinción. En el País Vasco los caseríos son cuidados como oro en paño, aun cuando su mantenimiento es costoso. En Galicia, Ourense en particular, los pazos están encorvados por el peso de su historia. En algún caso se hicieron intentonas por crear prósperos negocios de turismo rural, pero no son la panacea. Es más, alguno en la provincia está a la venta por 700.000 euros. El tiempo y el deterioro del tejido rural no ayudan a su conservación.  "En el siglo XVIII los hidalgos más ricos y cultos residían por lo general en ciudades y villas, después del intenso proceso de urbanización que se iniciara en fechas tempranas, a veces ya al filo de 1600", escribe Saavedra. Se veía venir desde hace 416 años, que ya son años.

MARTES, 19

De Dublín a Amoeiro, por eso mismo 

La canícula en Dublín se pasa con una rebequita a los hombros, con máximas de veinte grados y en invierno hay que arreglárselas para vivir entre dos y ocho grados. La mejor época para viajar, dicen las guías, es el verano. David Martínez, ourensano él, dejó atrás la rebequita, el gorro de lana y los guantes y hasta el trifolio de San Patrick que se ve en muchos símbolos irlandeses. "Aún echo de menos Dublín", me confesó estos días.

Cambió el verde irlandés por el mismo color de Amoeiro y en el ático de una vivienda unifamiliar reprodujo una especie de Silicon Valley de Lilliput, más pequeño pero con mucho talento por metro cuadrado. Este Gulliver creó en el 2007 Openhost, una plataforma tecnológica que da soporte al periodismo digital, entre ellos a la web de La Región. Al principio, cosechó calabazas, pero hoy tiene el carnet de baile lleno. Acaba de ser premiado internacionalmente entrando en el top 100 de las empresas con mayor futuro, como contaba el periódico el martes, y su firma crece a una media del 50% anual. "Lo importante es creer en una idea y defenderla", dice. Es de Ourense, regresó, apostó por su proyecto, lo desarrolla en una casa de un pueblo y su mercado es el mundo. Lo escribo por si sirve de algo. Por si tiene moraleja. 


MIÉRCOLES, 20

Ourense, provincia de altos vuelos

Coasa, Construcciones Aeronáuticas, es una compañía ourensana que da de comer a casi 400 almas y de la que la mayoría de los ourensanos no saben nada, a salvo de las informaciones que este periódico ha ido desvelando, como que produce piezas para el Airbus A380, el avión comercial más grande del mundo. Hace unos años era carne de ERE. Hoy, con Yago Fontán pilotando, es una referencia aunque no lo están teniendo nada fácil en un sector que también ha sucumbido al low cost. Coasa hace piezas para aviones en Ourense, como lo leen, y Ourense tiene ya una ingeniería aeroespacial, como contaba La Región. Quién nos lo iba a decir, pensar que el vuelo que podría levantar alguien aquí sería el de las aves migratorias. Diez ciudades tienen ya la titulación y la apuesta por la calidad tiene que ser inexcusable para que Ourense pinte algo. El sector tiene recorrido y el grado universitario también. Verán lo que hacen.

JUEVES, 21

Penas privadas, fiascos públicos

L Adega do Emilio fue una de las referencias gastronómicas de la ciudad, en la avenida de As Cadas, en A Ponte. Su impulsor, Emilio Paradela, gozó de las mieles de un negocio sobre el que cayó la noche y en medio de sus sombras se confundió el propio Emilio. Su hijo Sergio rebautizó el local, lo dejó en Adega y aguantó un año y nueve meses con el local abierto. La propiedad adujo que "las duras y altas condiciones económicas establecidas por las arrendadoras del restaurante hacen imposible la viabilidad del negocio actual".

Es la crueldad del mercado, que no perdona. Las ilusiones y los dineros de la iniciativa privada se van por la alcantarilla. Frente a este restaurante, como también contaba el periódico, la plaza de abastos de A Ponte, que no tiene quien le escriba, como el coronel de García Márquez. Los políticos se gastaron dos millones de dinero público en la plaza de abastos de A Ponte, que fue inaugurada para que siguiese cerrada, que nadie la quiere porque tiene un canon inasumible, que se echan todos la culpa, pero el dinero está gastado. En la Adega cierran y hacen acopio de nuevas ilusiones para "pensar en futuros proyectos". Del fiasco de la plaza nadie es responsable. Total, qué son dos millones. 
 
VIERNES, 22

Las fiestas llegan con el despendole

Las fiestas de Ourense coincidirán con las elecciones generales, si se repiten. Yo creo que el Concello las fijó con toda intención. Ya de puestos al despendole...

SÁBADO, 23

Es solo un problema de estadística

Los comerciantes de la ciudad extreman precauciones ante los últimos robos, decía ayer un titular de portada. Lo peor no son los robos, lo peor es que se le estropea la estadística al subdelegado del Gobierno. Eso sí que es un problema. n

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