Manifestación contra dos vecinos

El pueblo de Ordelles, en Pereiro de Aguiar, llegó a ser conocido como un ejemplo de unión en el que todos sus habitantes convivían y formaban una gran familia. Ahora, la convivencia es “imposible” ya que los vecinos de este término que limita con el concello de Esgos tienen “miedo de salir de casa” por el temor que les infunde una pareja residente de la aldea. Incluso han convocado una protesta el miércoles para visibilizar esta situación. Así, cuentan situaciones que incluyen “intentos de atropello, agresiones a animales, insultos, destrozos y todo tipo de barbaridades”, incluido un altercado en el que se utilizó gas pimienta. Además, no se explican “el cambio tan horroroso” que han vivido en los últimos años, ya que cuando llegaron a Ordelles “eran encantadores”. Uno de los incidentes fue con dos vecinas mayores. Además de “constantes insultos cada vez que pasamos por delante de su casa”, relatan un episodio de un presunto intento de atropello. “Si estoy sola no salgo a pasear porque tengo miedo de lo que puedan hacer”, explica. Algunos vecinos de Ordelles posan con denuncias hacia otro residente de la aldea. FOTO: ÓSCAR PINAL “Íbamos dos paseando por el pueblo y nos arrinconaron con el coche, tuvimos que subirnos a una piedra para que no nos atropellase”, narran. El suceso continuó minutos después: cuando se dirigían hacia el albergue “vimos que nos seguía y nos pusimos a gritar”. “Fue al sacar el móvil para grabar cuando dio la vuelta”, explican. Este sinvivir en el que se ha convertido la convivencia en Ordelles es bien conocida en los juzgados, ya que “nos deben haber denunciado más de 50 veces entre todos”. Juan Carlos Fernández vive a su lado y dice que “la gente no viene a mi casa porque tiene miedo de pasar por delante de la suya”. Manuel Álvarez fue el otro implicado en el accidente del gas pimienta. Él cuenta así la historia: “Ía paseando co can polo pobo e cruceime con el. Cando estaba a 50 metros berroume algo e fun onde estaba para preguntarlle que dixera, e foi aí cando me botaron gas pementa aos ollos. Tiven que ir a Urxencias por isto”. Además, también cuenta que “chegou a denunciarme por facerlle algo un día que non estaba nin na casa”. Otro incidente sucedió con el perro de otra vecina. “Estábamos fuera hablando un par de vecinos y cuando ella pasó le dio una patada a mi perra, así, sin venir a cuento”, relata. Un altercado más con esta residente es una “ducha” que le propinó con la manguera. “Me dejó empapada porque estaba limpiando su patio y cuando entré en mi casa me mojaron entera. Por eso los denuncié y gané”. La situación también es conocida por la Guardia Civil, “que viene por aquí cada poco”. Con todo, reclaman más implicación tanto del Concello de Pereiro como de las fuerzas del orden para lograr “una solución a esta situación”. Han llegado a presentar una recogida de 50 firmas -cuando el pueblo tiene 90 habitantes según datos del Instituto Galego de Estatísita- para exigir a ambas administraciones el fin de unos problemas que hacen de la situación algo “de película”. Juan Carlos Fernández relata un episodio con varios vecinos en el que estaba implicado otra vez el coche. “Estábamos hablando todos y una señora llevaba su cubo de basura para tirarlo. La mujer paró con el coche y dijo que no pasaba. Fue a buscar a su marido y tiraron toda la basura en el medio de la calle, además de romperle el cubo”, relatan. Pero los incidentes con Fernández no cesan ahí, ya que les acusa de “destrozarme varios buzóns e arrancáronme as placas que tiña co nome da casa e da alarma”. El vecino acusado, que prefirió no identificarse, explica que “si yo denuncio es porque no tengo otra opción”. Aunque reconoce que “ya había algún problema anterior, todo se descontroló con el confinamiento”. Este acusa a sus convecinos de querer “echarnos del pueblo”. Sobre el suceso con el gas pimienta, indica que “el hombre estaba sosteniendo un palo sobre mi hijo y teníamos que protegerlo”. Además, también denuncia que “mi hijo no podía salir de casa porque la calle estaba llena de aguas fecales”. “Yo no tengo que adaptarme a nadie y lo que quiero es vivir tranquilo”, resume. El día a día en Ordelles dista mucho de ser idílico. La situación de desesperación del resto de vecinos del pueblo es tal que han convocado una concentración para el próximo miércoles para “que se saiba a situación que estamos a vivir aquí e que necesitamos unha solución”. La protesta de pasado mañana se desarrollará por la tarde y consistirá en una marcha pacífica que pasará por delante de la vivienda de la pareja de vecinos que ha suscitado las quejas.