María Teresa de Castro: "Se esperan unos 45 días de calor extremo anuales"

 

Es la coordinadora del grupo de investigación Ephyslab, perteneciente a la UVigo y el Centro de Investigación Mariña

La física María Teresa de Castro realizó su tesis doctoral en 1998 y lleva publicando artículos científicos de forma ininterrumpida desde 1995. En la actualidad, coordina desde el Campus da Auga el grupo de investigación multidisciplinar Ephyslab, que forma parte de la Uvigo y el CIM (Centro de Investigación Mariña). 

Hoy se celebra el Día mundial contra el cambio climático, y este laboratorio centra sus esfuerzos en estudiar cómo esta disyuntiva afecta, a nivel local, provincial y autonómico, sobre ámbitos tan distintos como el cultivo de la vid, el marisqueo y las enfermedades cardiovasculares.  Y le preocupa el incremento de olas de calor que se avecinan en Ourense.

En la lucha contra el cambio climático, ¿estamos a tiempo?

Su principal causante es la emisión de gases de efecto invernadero, especialmente CO2, y debemos abordar este problema en todos los ámbitos, a la escala de empresas e instituciones y también la de las personas. Pero lo que se hizo en los últimos 40 años está ahí. La tierra tiene memoria, y la inercia del océano es enorme. Lo que hacemos ahora al océano, nos lo devuelve 10, 15 o 20 años después, y es irreparable. Debemos actuar cuanto antes.

De ahí la dificultad de luchar contra el cambio climático, ¿no? Que las consecuencias llegan con retardo. 

Claro, por eso intentamos concienciar a la gente de que en estas pocas décadas ya se apreciaron sus efectos. Cambios en el clima hubo siempre, pero ahora se producen de forma más rápida. Todo lo que ocurrió antes de la revolución industrial fue una variación natural del clima.

¿Puede contrarrestarse el negacionismo del cambio climático?

Como científicos, nuestra tarea es mostrar evidencias de lo que está pasando, y ya lo hacemos: aparecen todos los días en las noticias aumentos de temperatura y eventos de precipitación extrema, que se suceden desde la revolución industrial. Siempre va a haber escépticos, pero la experiencia me dice que la mayoría de la población, especialmente la gente joven, ya está concienciada de que el cambio climático existe y que es un problema con el que tenemos que convivir, porque muchos cambios ya han ocurrido y tenemos que adaptarnos para mitigar su efecto. De ahí el esfuerzo que hacemos en nuestro grupo para estudiar sus implicaciones en un ámbito más local, haciendo ver a la sociedad qué tipos de soluciones se pueden tomar. Y, por ejemplo, explicar a una mariscadora qué variedades de bivalvos pueden resistir mejor eventos extremos. 

¿Cómo afectará el cambio climático a la acuicultura?

El aumento de temperatura del mar puede obligar a cambiar la ubicación de las bateas de mejillón, al someterles a un mayor estrés térmico. Además, sabemos que va a llover menos en el futuro y que lloverá diferente: es decir, se alternarán las sequías con episodios de precipitación extrema de corta duración. Esto puede conllevar bajadas drásticas de la salinidad en los estuarios gallegos, debido al agua dulce que desciende a través de dichos ríos y llega a las zonas en las que se cultivan bivalvos. De hecho, el año pasado se produjo ya una mortalidad masiva de mariscos en Carril (A Coruña) debido a la lluvia intensa.  En cuanto a la afectación de estos fenómenos de precipitación masiva a las poblaciones, podemos comprobar cómo se transforma en caudal un evento de precipitación extrema, predecir el aumento de ese caudal y estimar hasta qué margen puede llegar la inundación. 

¿Y cómo afectará  a los cultivos? 

Tanto la temperatura del agua como la del aire tienden a aumentar por la afluencia antropocéntrica, por lo que cada vez se producen más eventos de olas de calor y serán más intensos. En cuanto al vino, esto obligará a cambiar las ubicaciones de los cultivos y las vendimias serán más tempranas. Además, la uva pierde acidez y, al mismo tiempo, adquiere un mayor grado alcohólico. En lo que respecta a la patata, el tubérculo cuenta con un rango de temperaturas en el que su crecimiento es óptimo, y se ubica entre 15 y 20 grados, por lo que si cambia el clima su cultivo se ve directamente afectado. Y también hay que contar con muchos otros factores, como que los patógenos tienen a su vez un grado de crecimiento óptimo, y cambios en el clima pueden favorecerles. 

 ¿Se espera una mayor incidencia de las olas de calor?

Serán más frecuentes, especialmente en Ourense, lo cual repercutirá en un aumento de las enfermedades cardiorespiratorias, asunto que hay que tener en cuenta, por ejemplo, a la hora de planificar las horas de trabajo al sol. En la ciudad, actualmente hay menos de una ola de calor al año, y las proyecciones para 2100 en el escenario más desfavorable son que lleguen a ser seis anuales. Y aumentará el número de jornadas con temperaturas extremas: también para 2100, se estima que serán 45 días, por lo que podríamos sufrir más de cuarenta jornadas de estas características a lo largo de solo dos meses de verano. Por lo tanto, las patologías cardiorespiratorias se agravarán. Y, a veces, también llegan enfermedades tropicales que antes no se expandían en la provincia. Y nos interesa conocer todas estas consecuencias en detalle para adaptarnos y tomar medidas, como crear más parques y zonas verdes en las ciudades y construir viviendas que aíslen del exterior. Encontramos una fuerte relación entre ola de calor y muertes de golpes de calor. 

¿Podemos adaptarnos a las olas de calor para defendernos?

Realicé un estudio que compara el efecto en todas las provincias gallegas de la ola de calor de 1990 con la de 2003, más intensa, en personas de más de 65 años. Y se registró menos mortandad en la de 2003, por cómo nos amoldamos a estos fenómenos. Ahora hay casas con aire acondicionado, alertas meteorológicas… Es clave la adaptación: de hecho, una persona criada en Ourense está más preparada para resistir olas de calor que una de A Coruña. Otra cuestión es que, en ambos casos, estas incidencias afectaron más a mujeres que a hombres.

¿Ve avances en cuanto a la representatividad de las mujeres en la ciencia?

Cuando hice Física, las chicas éramos una minoría de la clase. Me gustaría que eso cambiara. Hoy en día, en Física hay más, pero en otros campos como Ingeniería e Informática siguen siendo todavía muy pocas.

Te puede interesar