Obituario | El bardo de la plaza del Hierro

Carliños, cómo te diría, quizás fuese el último hippie de aquella generación que gritó “Paz y amor”

Carliños, el bardo de la plaza del Hierro, se ha ido entre las notas de “Pardao” de los Suaves. Si vives en esta ciudad olvidada seguro lo verías cada día, sobre todo los fines de semana, su bicicleta a la espalda, en sus manos su guitarra Stratocaster, la funda en el suelo. La leyenda dice que Yosi se inspiró en él para su conmovedora “Pardao”: “Nadie sabe cómo pasa su vida / ‘Pardao’ le llaman en la plaza / Porque aunque llueva, él canta / Y no se marcha”.

Carliños, cómo te diría, quizás fuese el último hippie de aquella generación que gritó “Paz y amor”. Allí estaba, en la plaza. Ay, sus ojos azules grandes, limpios, te miraban con tal ternura como si pidieran el regreso al paraíso abolido de la infancia. Ah, su barba larga, como de profeta. Ya muy tarde, cuando le petaba, silencioso, solitario, quizás sin esperanza, tomaba su bicicleta para retirarse a su escondida guarida.

No le gustaba contar de su vida pero me descubrió con desazón “Una gitana sabia me leyó la mano y me dijo mirándome fijamente ‘Vélate, hijo”.

Ayer llovía melancolía sobre la plaza del Hierro, como si le hubieran arrancado un verso, una raíz, una luz. Alguien pintó un retrato suyo y lo colocó justo en el sitio donde él tocaba para alegrar vidas.  

(Escribo estas líneas, pienso en él, me levanto y encuentro entre mis viejos vinilos aquella canción de Mercedes Sosa “Si se calla el cantor, calla la vida / Muere la esperanza, la luz y la alegría…”). 

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