Personas jubiladas, sin familia en la ciudad y viudas son los huéspedes más habituales de las hospederías de la ciudad

Pensión, dulce pensión

Mayoritariamente hombres y con la familia lejos. Ese es el perfil de los huéspedes de las pensiones más antiguas que aún permanecen abiertas en la ciudad. Los estudiantes optan, en su mayoría, por las residencias o por los pisos compartidos. Comida casera, trato familiar y una habitación propia, a unos precios que oscilan entre los 400 y los 600 euros al mes (con las tres comidas incluidas), es la oferta de estas pensiones ges tionadas, en su práctica totalidad, por la familia.

La literatura y el cine escenificaron, durante una época, muchas de sus historias en pensiones y fondas, unas alegres y vitales, y otras un tanto lúgubres; unas con patronas, como se las llamaba, comprensivas y ejerciendo de madres, y otras con avaras y malvadas. El transcurrir de los años ha ido restando protagonismo a este tipo de alojamientos, a pesar de que aún son numerosas las pensiones que existen en las ciudades, algunas de ellas con medio siglo de vida.

La Pensión Posío, hasta el año pasado fonda, lleva bajo el mando de su actual propietaria 23 años, pero ya llevaba 30 funcionando. Su dueña, que prefiere no dar el nombre y evita las fotografías (algo que comparte con los otros propietarios de las pensiones), tiene siete huéspedes fijos, alguno de ellos ya lleva siete años, y ’una habitación que dejo libre para la gente que pueda venir de paso’.

Perfil de huéspedes

El perfil de sus huéspedes es ’el de personas que viven lejos de la familia, jubilados y algunos que fueron emigrantes y ahora han vuelto’. Subraya que ’aquí somos como una gran familia. Tenemos un salón en el que pueden ver la televisión donde hasta jugamos al parchís. Si alguno además tiene algún problema, intentamos ayudarle entre todos’. Al principio, la fonda estaba regentada por el matrimonio y sus hijos: ’Ahora estoy yo sola, me quedé viuda hace diez años, y mis hijos tienen su carrera y sus profesiones, tengo una chica que me ayuda, porque si no es mucho trabajo’. Antes alojaba a estudiantes, ’pero ya no, me daban más problemas, aunque también tenían una ventaja, que podía cogerme algún día libre, porque en vacaciones yo podía cerrar, pero ahora no tengo ni un momento libre’. En esto coincide con el resto propietarios: ’si pudiéramos elegir, buscaríamos otro trabajo, porque aquí no tienen ningún día libre’.

Desayuno, comida y cena, todo elaborado por los propietarios de la pensión y por un precio mensual de entre 400 y 600 euros, con el alojamiento incluido. Pernoctar exclusivamente en una pensión puede costar entre 7 y 12 euros.

’Jubilados, divorciados, gente sin familia, así es la mayoría de los huéspedes que nosotros tenemos’, comenta José González, de la Pensión Puxedo, abierta por él y su mujer hace treinta años, ’aunque ya existía de antes’. La pensión tiene seis plazas, ocupadas por tres personas ya fijas de la pensión. ’Las otras tres plazas las ocupan personas de paso, casi siempre hombres, con escasa capacidad económica’. Aquí no hay ningún salón donde hacer vida comunitaria y las comidas se degustan en el bar del matrimonio, situado debajo de la pensión. José González explica que hace algunos años ’teníamos más estudiantes, ahora no viene casi ninguno. Son, sobre todo, jubilados, viudos, gente sin relación familiar’.

Miriam del Carme Morales, es una de las tres personas de la misma familia que atiende Casa Rosa, desde hace ya 24 años. La pensión ya llevaba funcionando 18. Tiene seis habitaciones y el perfil de sus huéspedes es muy concreto: ’La mayoría son obreros que trabajan en la construcción y no son de aquí. La estancia media es de un mes o dos, dependiendo de las obras’, pero también tiene a sus fieles, ’tenemos un señor que lleva los 24 años con nosotros, y otro diez, así que ellos más que huéspedes ya forman parte de nuestra familia’. Comida casera y variada es la que pueden degustar en esta pensión, cuyos propietarios están contando los pocos años que les quedan para la jubilación. ’¿Continuar esta pensión abierta? No lo sé, pero la casa es ya muy antigua, y si alguien se hace cargo de ella, tendrán que reformarla completamente’.


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