Los “piqueros” resurgen en el pub para hacerse con carteras

Los hurtos, el delito con mayor incidencia en la provincia, ha vuelto al podio que ocupaba antes de la pandemia. La recuperación de la normalidad, tras las restricciones sociales que impuso el covid-19, incide en la evolución de las denuncias. Habían bajado en picado en 2020, pero poco a poco comienzan a ser el delito de cada día, con una media de cuatro cada 24 horas (en 2020 fueron tres pero solo un año antes, cinco). En este escenario, los “piqueros”, tal como les llaman los policías, han regresado al pub y la discoteca para afanar carteras. “Actúan en grupo y aprovechan las multitudes con la finalidad de introducir el dedo índice y corazón en los bolsos con rapidez y así apoderase de carteras o móviles”, asegura un agente de la Policía Nacional. “Gente joven y oportunista, con antecedentes, que aprovechan para actuar cuando la gente está enlatada o bebida”, añade. En estos casos, dos personas hacen el tapón, uno distrae y el otro mete el pico, los dos dedos, en el bolso. EN LAS FERIAS “Es muy difícil que los especialistas en hurtos se muevan solos”, confirma desde la Comisaría su portavoz, Lorena Peláez. También frecuentan las ferias o mercadillos, los otros dos escenarios fetiche de estos delincuentes. En las ferias, suelen llevar “muletas” y no precisamente porque cojeen. En este caso son “bolsas o periódicos para ocultar las manos”. En las bolsas, aparecen gafas, gorras, chaquetas o pelucas que posibilitan cambiar de aspecto con facilidad, confirman desde la Comisaría. Mientras que los “piqueros” de los pubs suelen ser hombres, en las ferias hay muchas mujeres. Incluso integran clanes que se mueven entre provincias. A veces, incluso aprovechan los desplazamientos para darse una vuelta por las tiendas y sustraer ropa. En los comercios, también es habitual actuar en parejas o grupos de tres: una persona entretiene a la dependienta pidiendo tallas, otra vigila a los otros clientes y una tercera aprovecha para meter otras prendas en “bolsas Faraday” (forradas de aluminio para evitar el pitido de las alarmas antirrobo). Van ocultas en mochilas o bolsos de mujer en cuyo interior hay una bolsa de refuerzo que actúa como “jaula de Faraday” para burlar los sistemas de protección de algunos tipos de etiquetas. En la ciudad, muchos de los delitos de hurto (los de menos de 400 euros son leves y suelen ser atribuidos a gente joven con tendencias cleptómanas) son cometidos por personas con problemas de drogas que cambiar los artículos por sustancias estupefacientes en Covadonga. La mayor incidencia de los hurtos en los últimos 10 años, se produjo en el año 2013 con 2.932 denuncias en toda la provincia (una media diaria de ocho al día), según la estadística de criminalidad del Ministerio del Interior. Los registros más bajos se dieron los años 2020 (1.146 casos) y en 2021 (1.244). En el periodo 2o12 y 2016, había más de dos mil infracciones anuales.