Las plazas de abastos suman despropósitos

La Plaza de Abastos de As Burgas, todavía sin acabar.
photo_camera La Plaza de Abastos de As Burgas, todavía sin acabar.
Al enésimo fiasco con el mercado de A Ponte se le añade la falta de iniciativa para desbloquear los proyectos pendientes en el de As Burgas, con un panorama cada vez más ennegrecido.

Pocos dudan ya a estas alturas que la ciudad de Ourense tiene un problema con sus plazas de abastos al que el gobierno municipal no sabe o no quiere meterle mano. El nuevo fiasco para encontrar un gestor al mercado de A Ponte, una vez constatado por el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome, que nadie se ha interesado en el segundo concurso que ha licitado (en el anterior mandato, el popular Jesús Vázquez también fracasó en dos ocasiones) pese a asegurar en abril, tras declararse desierto por primera vez, que “habría muchas empresas interesadas”, insiste ahora en esta premisa y añade que en enero el recinto estará operativo, eso sí, evitando la libre concurrencia y adjudicándola por la vía del procedimiento negociado.

Cuatro meses más, según Jácome, para reabrir una instalación cerrada a cal y canto desde enero de 2015 y que él, en la campaña de las últimas elecciones, había asegurado que pondría en funcionamiento en 90 días, por lo que, atendiendo a su nuevo plazo prometido, no llegaría esa puesta en marcha hasta al menos 1.300 días desde que accedió a la Alcaldía.

A los despropósitos en A Ponte se le unen los que vive el mercado del otro lado del río, con un edificio en As Burgas que sigue en plena reforma tras vencer los plazos de la misma una y otra vez, apuntando ahora la finalización de los trabajos al mes de septiembre. Estas sucesivas demoras no han servido, no obstante, para tener listos los pasos siguientes que es necesario dar para evitar que pase lo mismo que con la otra Plaza de Abastos: un edificio renovado sin contenido.

Pese a las alertas de la asociación de comerciantes, de la oposición o del tejido socioeconómico de la ciudad, no hay todavía un plan funcional conocido para la explotación del edificio noble de la Plaza, tampoco se ha desbloqueado el proyecto de urbanización del entorno o la mejora del rianxo, algo para lo que ya habría dinero disponible al validarse en pleno el dinero necesario. La exigencia de los placeros de concurrir a los fondos Next Generation estaba también sobre la mesa del alcalde para paliar la pérdida de la subvención estatal para la millonaria reforma integral del edificio. 

Como daño colateral de todo, más allá del perjuicio de no disponer del potencial de los mercados tradicionales, está la imposibilidad de disfrutar de la Alameda al completo. Todo un laberinto del que cada vez parece más difícil escapar.

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