“O que queira mercancía boa ten que vir á Praza"

Frutos secos y semillas, la propuesta de Samuel Pérez Feijoo

A veces la plaza de abastos tiene sus encantos ocultos y recurrimos al patrón de que la belleza está en el interior. Es como una elegante dama de contrastado linaje pero que anda envuelta en ropajes con algún que otro lamparón. La elegancia de las hechuras del edificio principal contrasta con los tejados de uralita que tapan parte de sus encantos. Hablar de su necesaria rehabilitación se antoja una conversación recurrente, una reflexión eterna, pero en la que no siempre encuentras coincidencias. Hay quien se conforma con ligeros retoques: "Un lavado de cara víñalle ben pero o día que nos saquen de aquí e isto se reforme, perde porque hai xente que ven pola súa antigüidade e o típico que ten a praza de abastos".

El propietario de esa opinión es Samuel Pérez Feijoo, un industrial que regenta cuatro puestos de semillas y frutos secos en el exterior del edificio principal. Él y su esposa, Carmen González Miranda, llevan medio siglo vendiendo a más de una generación, por lo tanto también son memoria viva de una forma de vender, pero sobre todo de una forma de comprar. En una fecha inconcreta que sitúa en el genérico "aqueles tempos" las cosas iban tan bien que "isto era unha mina para todo o mundo". Se refiere a los momentos del ama de casa en casa, de la compra diaria, de la escasez de competencia, de los escasos supermercados y nulos hipermercados. Se refiere por lo tanto a tiempo atrás, bastante atrás. Samuel subraya, de todos modos, que "o que queira unha mercancía boa ten que vir á praza". A ese llamamiento se aferra este industrial en estos momentos en los que el consumo sigue hibernando, hasta el punto de reconocer que "os peores momentos son estos por culpa da crise".

Por si fuesen pocos estos problemas, hay que sumar otros como el envejecimiento de la población en la provincia. Eso supone que hay poca gente que cultive y compre las semillas que él vende y pocos compradores que a su vez lleven cebollas, ajos, nueces, avellanas o cualquier otro producto que Samuel despacha. Lo resume de forma muy gráfica: "Os vellos van morrendo e aos novos é difícil metelos na praza para que compren".

ÉPOCAS

Además de épocas, la plaza de abastos también tiene momentos para la venta y tampoco aquí hay coincidencias. La mayoría dicen que el lunes no es de los mejores días, sobre todo porque no suele haber pescado. De todos modos, Samuel Pérez ve en el comienzo de la semana un buen día, "mellor que o martes", aunque las mejores ventas se dan el viernes y el sábado. Por cierto, este industrial lanza a sus colegas el reto de abrir más horas, sobre todo los viernes y los sábados con el fin de atraer a nuevos clientes y competir en horarios con otro tipo de establecimientos como supermercados. Cuando menos esa es una de sus múltiples reflexiones, la de un hombre que ha tenido puestos en los mercados de Padrón, Vilagarcía, Ribeira o A Pobra do Caramiñal. De todos ellos guarda gratos recuerdos, pero no cambia por ninguna de ellos la plaza de abastos de Ourense.

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