Reanimación bajo amenaza de muerte en el poblado

José S.J. y su hijo José S.M., ayer en el juicio en el Penal 1. Tuvieron que ir a buscar al otro inculpado (ÓSCAR PINAL).
photo_camera José S.J. y su hijo José S.M., ayer en el juicio en el Penal 1. Tuvieron que ir a buscar al otro inculpado (ÓSCAR PINAL).
Una reanimación cardiorespiratoria es una maniobra que genera mucho estrés en el personal sanitario. Un equipo del 061 tuvo que realizarla en el poblado de A Cuña bajo amenazas de muerte: “Si no salváis a mi madre, no salís vivos”.

El personal sanitario que acudió a las seis de la madrugada al poblado de A Cuña en la ciudad el 26 de febrero del pasado año para socorrer a una mujer que había entrado en parada cardiorrespiratoria no olvidará fácilmente el estrés de esa noche. No solo porque en sus manos estaba la vida de una mujer en estado grave sino porque la familia no pudo atar el nervio y mostró su hostilidad con el equipo médico allí desplazado desde que asomó la ambulancia hasta que se fue 20 minutos después. En ese escenario, según constaba en la denuncia y ayer reconocieron los inculpados en el juicio celebrado en el Penal 1, se escucharon frases amenazantes: “Si no salváis a mi madre, no salís vivo; os vamos a matar a todos …”. Un padre y sus dos hijos golpearon la ambulancia con un bastón y palos -los desperfectos fueron tasados en 347 euros- e incluso agredieron al médico con un manotazo en la espalda (lesiones leves). Los profesionales sanitarios (médicos, enfermero y dos técnicos en emergencia) pasaron mucho miedo -así consta en el alegato del Sergas- ante unas amenazas en un lugar muy pequeño del que no había escapatoria.  De hecho, llegaron a activar con disimulo el Código Charlie (petición de ayuda en clave) a la central de emergencias para que acudiera la Policía Nacional. Los agentes tardaron en llegar por no tener datos concretos de la ubicación y porque acceder al poblado no es fácil. Con todo, lograron salvar a la enferma.

Los inculpados reconocieron ayer el delito de atentado que les imputaban la fiscal, el Sergas y el Colegio Médico -al padre también delitos leves de lesiones y daños- pero a uno le costó un poco más. Ezequiel S.M. plantó la vista, fijada para las diez y media de la mañana, pero su hermano y su padre  lo fueron a buscar en taxi a su propia casa porque la alternativa le podía salir cara. La juez le dio un margen de una hora para presentarse ya que  de lo contrario sería detenido e ingresaría en prisión hasta que se celebrase el juicio, con una nueva fecha. Ya era la segunda vez que no acudía a su cita con el juzgado.

En total, serán condenados a seis meses de prisión cada uno por la coautoría del atentado. El progenitor, al que se le aplicó una atenuante de drogadicción, añade dos meses multa, a seis euros al día por las lesiones y daños. Además, deben responder por los desperfectos de la ambulancia e indemnizar al facultativo con 300 euros.

De esta forma, evitan ingresar en prisión, siempre y cuando no vuelvan a delinquir, ya que alguna de las acusaciones -el Colegio Oficial de Médicos de Ourense-  llegó pedir hasta cuatros años de cárcel para cada uno por el atentado y las amenazas.

Las agresiones a profesionales de la salud o docentes cuando están trabajando están consideradas atentado a la autoridad desde 2015, un delito castigado con penas de hasta cuatro años de prisión.

Te puede interesar