TRIBUNALES

Ofreció 3.000 euros al sicario por un asesinato ‘o incluso dos'

OURENSE. 17.03.2016 AUDIENCIA PROVINCIAL DE OURENSE, JUICIO POR INTENTO DE ASESINATO FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera Sonia C.P., durante el juicio.

La defensa aduce sus problemas mentales para que la pena sea mínima: "No es mala, está mal" 

La historia descosida en la sala de vistas de la Audiencia de Ourense en la mañana de ayer podría perfectamente inspirar el argumento de un telefilme propio de la parrilla dominical. Sonia Coello Pinto, de 38 años, fue acusada de una propuesta de asesinato para matar a la jefa de su exnovio en el convencimiento de que mantenía una relación con él. Y para ello, buceó en la internet profunda (el contenido de la red que no es indexado por los motores de búsqueda convencionales) en busca de un sicario, al que llegó a ofrecerle 3.000 euros por matar a una persona o "incluso a dos". Aunque sólo le llegó a ingresar, a modo de adelanto,150 euros.

En su carta de presentación de mayo de 2014, simuló ser una narcotraficante con sed de venganza porque le habían arrebatado aquello que le pertenecían. El plan no llegó a ejecutarse porque el hombre al que ofreció al trabajo , un ecuatoriano residente en Palencia,  acudió a la Policía para contarle la delictiva proposición. Cuando Sonia Coello fue a recogerlo a la estación de tren de Ourense, ya vigilada por agentes policiales, llevaba en el coche un pistola para aturdir, una pala, un pico, botas de agua... Todo lo necesario para enterrar el cadáver en un bosque, cerca de la frontera portuguesa. La acusada también había previsto echarle sosa cáustica para "no dejar rastro", tal como consta en los correos electrónicos intercambiados.

Sonia Coello no era la primera vez que ideaba algo así. En julio de 2013, ya fue condenada a tres años de prisión por la Audiencia de Ourense por una proposición de homicidio con similar argumento pero distintos protagonistas (contactó con un sicario para matar a otra expareja por cortarle el pelo al hijo en común).

En la vista oral de ayer, a preguntas de su letrado, reconoció sus planes y hasta se mostró arrepentida. La defensa plantea una pena de dos años y medio de prisión, esgrimiendo su estado mental, y una indemnización de 6.000 euros para la mujer a la que intentaba matar.

Esta última, según dijo ayer, ya no volvió a ser la misma desde que Sonia se cruzó en su vida. Según relató, meses antes, la acusada la llamaba por teléfono a deshora e incluso merodeaba por su lugar de trabajo. "Me cambió la vida. Me siento seguida a todos los sitios; me da miedo andar sola y tuve que dejar el trabajo en el Polígono de San Cibrao", explicó emocionada.

Tanto el representante del ministerio público como la acusación particular, quienes reclaman condenas que oscilan entre los 12 y los 13 años y medio de prisión, creen que la depresión que padece la procesada, las 10 pastillas al día que tomaba  y sus antecedentes psiquiátricos (intentó suicidarse dos veces) no aminoran su responsabilidad penal.

El fiscal Julián Pardinas considera que Coello Pinto tenía la voluntad firme de matar y que su capacidades cognitiva y volitiva no estaban afectadas: "Desgraciadamente, la maldad existe y hay gente que sólo es feliz a consta de la infelicidad de los demás. Quería hacer infeliz a su excompañero para que volviera con ella".

La defensa trató de ridiculizar el plan de su clienta por "absurdo", recordando que la pistola aturdidora tan siquiera funcionaba. Aludió a la pericial que hicieron los dos psicólogos forenses externos durante dos semanas -antes cuestionó el reconocimiento de los forenses del Imelga porque duró 20 minutos- que detallan las enfermedades mentales de Sonia. Entre sus conclusiones, llegan a decir que "las ideas obsesivas impiden controlar su comportamiento". Una psicóloga del Imelga también la reconoció pero había dos policía custodiándola y ella no colaboró para establecer un perfil de personalidad. Tenía prisa porque en prisión tenía clase de matemáticas.

El letrado insistió en que su clienta "no es mala, está mal". "Tiene un problema mental  y hay que tratarla; la solución no es encerrarla entre rejas", dijo. A su entender, la prisión hará que las patologías de la inculpada vayan a más. 

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