Cruces procesionales, vinagreras y cálices de plata, entre otras cosas de valor, son trasladadas a templos más seguros o al Obispado

El temor a los robos pone a los santos tras las rejas y candado a los cepillos

En la Catedral acumulan imágenes pequeñas en las capillas con rejas para evitar su robo. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
'Encerrar' a una veintena de santos en una capilla con rejas, sustituir la vara de plata de un santo por otra de madera o retirar los objetos de valor de los templos apartados son algunas de las medidas de seguridad que adoptan las iglesias ourensanas, con la Catedral al frente, para evitar los robos. Ahora que la recuperación del Códice Calixtino pone de actualidad la necesidad de incrementar la seguridad de los objetos de valor de los recintos religiosos, la provincia se encuentra, en cierta medida, con los deberes hechos.
Hace ya un par de años que en la Catedral se adoptaron una serie de medidas de seguridad. 'Antes teníamos el acceso al archivo abierto, ahora lo cerramos. Como también lo hacemos con la sacristía y la capilla del Santo Cristo si no hay culto', explica el delegado diocesano de Patrimonio, Miguel Ángel González, que recuerda que adoptaron estas precauciones cuando 'nos encontramos a un hombre revolviendo en un armario, donde no había más que casullas'. Además, un par de veces al día se supervisan los lugares donde puede esconderse una persona -como los confesionarios- y los sacristanes vigilan el templo, que también cuenta con otras medidas de seguridad, como alarma y grandes cerrojos. No se libra, eso sí, de intentos de robos en los cepillos, muchos de ellos con candados. 'Casi todos los días tenemos intentos', señala González.


EL RURAL

Mucho más desprotegidas que la Catedral se encuentran las iglesias del rural, algunas de las cuales se ubican, además, en zonas prácticamente deshabitadas. Sobre ellas llamó la atención el Obispado el pasado diciembre, pidiendo a los sacerdotes que extremaran la precaución ante lo que calificaban 'un preocupante repunte de robos y allanamiento de las iglesias'. Llamamientos de este tipo, así como recomendaciones realizadas ya con anterioridad, se saldaron con la retirada de objetos de valor de las iglesias y su traslado, bien a templos más seguros -con alarma o caja fuerte-, bien al propio Obispado.

Miguel Ángel González calcula que 'más de un centenar de cruces parroquiales' fueron apartadas de las iglesias, a las que vuelven el día de la fiesta del pueblo para salir en procesión. De hecho, cientos de objetos de orfebrería -cruces, custodias, incensarios, vinagreras, cristeras de plata...- han sido retirados y sustituidos por otros de cerámica u otro tipo de metal, sin valor. Así, la orfebrería 'si la roba se pierde para siempre. Una cruz de plata del siglo XVI tiene valor pero cuando la roban, normalmente es para fundirla y esa plata a lo mejor no cuesta más de 100 ó 200 euros', dice González.

Además, los párrocos encuentran más receptivos a los feligreses cuando se trata de retirar este tipo de objetos que en el caso de las imágenes, que son ya objeto de devoción. En este caso, 'hay que tener más cuidado porque es un tema muy sensible', explica el delegado diocesano. En lo que respecta a las esculturas, para González 'es más sencillo que aflore en caso de robo', añadiendo que, tras el robo del Códice Calixtino, 'la Policía se metió más en serio en controlar el ámbito de los anticuarios y era más complicado vender objetos ilegales, por lo que si no se pueden vender con tranquilidad, no se roban'.

Con todo, el sacerdote cree que 'lo mejor es que no se propongan robar, porque si se pudo sustraer 'El Grito' de Munch del museo en el que estaba, todo es posible'.

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