OURENSE NO TEMPO

Toreros “del país"

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Nunca he sido muy aficionado a los toros, quizás por el cariño que tengo a los animales; sin embargo, admito haber visto en incontables ocasiones las corridas que en los sesenta y setenta se retrasmitían por televisión. El motivo era que mi querida abuela Margarita era una gran aficionada. Ahora que ha pasado el tiempo, creo que a ella lo que le gustaba era ver al toro saltar la barrera y darse un paseo por el callejón haciendo huir “como ratas” a todos los subalternos que por allí andaban. Hoy no vamos a hablar de toros sino de toreros, concretamente de los nacidos en nuestro Ourense.

Para hacer justicia, ya que ha sido quien más fama alcanzó y más tiempo se mantuvo en la profesión, es obligado citar a Manuel Rodríguez Trabazos, “Castrelito”, nacido en Castrelo de Miño (1901) en el seno de una familia dedicada, como no, “al ribero” (su padre Rafael era cosechero). 

20161230173846480_resultComenzó su andadura oficial en el mundo de los toros, allá por el 1921, en la plaza de Pontevedra, aportando algo de seriedad a los espectáculos cómicos tan de moda en aquellos tiempos. Fue al año siguiente cuando tuvo sus primeras corridas e incluso algún encontronazo con los novillos. Al menos en sus primeros tiempos, contaba con otro gallego de fama en el mundo del toro, “Celita”, quien ejerció de apoderado, colocándolo en carteles de prestigio por la geografía nacional. La prensa da noticia de al menos tres tardes en la Monumental de Barcelona; en una de ellas sufrió su peor cogida, aunque por fortuna sin consecuencias graves (1930). La plaza de Vista Alegre (Bilbao), Málaga, Albacete y cómo no las plazas gallegas de Pontevedra y A Coruña contaron en varias ocasiones con el diestro ourensano. 

Como es lógico, la plaza portátil ourensana también permitió disfrutar del arte de “Castrelito”. Desde el 24, raro fue el año en que no figuraba en el cartel de los festejos. (en el 25 un novillo le dio un fuerte revolcón que se quedó en el susto).  Cuando se encontraba en lo más alto de su carrera, y ya se hablaba de tomar la alternativa, los sucesos del 36 vinieron a truncar sus deseos (estaba previsto que Marcial Lalanda le diera la alternativa en la plaza de A Coruña en agosto del 36). Continuó un tiempo como novillero, pero imagino que ya con menos ilusión, por lo cual en 1940 se retiró en la plaza de toros del Guadarrama (Madrid) en presencia de dos miembros de la familia más taurina del país, Pepe y un jovencísimo Antonio Bienvenida. Decidió quedarse a vivir en Madrid atendiendo sus negocios, falleciendo en el Escorial en 1996.

 Quizás las gestas de Castrelito fueran la causa de que otros ourensanos saltaran al ruedo: en los 40 “Ardillita”, dueño de una carnicería en la calle Bedoya; el verinense (Nocedo del Valle) Emiliano Sobrino Garcia, “el Torero” en los 50, de quien dicen que si bien no era un portento en arte, sí que estaba sobrado de valentía, o “Carbonerito”, quien junto al primero del que tenemos constancia forma el grupo de Novilleros Ourensanos. El primero al que me refiero, no es otro que Benjamín González “el Orensanito” (también conocido por el sobrenombre de “O Cadelo”), quien en 1911 realizó un serio intento de dedicarse en exclusiva al toro. Fue un hombre muy querido en la ciudad y reconocido trabajador, lo mismo hacía de matarife, que tocaba en la Banda Municipal o ejercía su trabajo en el servicio de limpieza. Posiblemente este pluriempleo fuera una de las causas de que su larga carrera, dado que en 1925 aún no había colgado los trastos, se limitara a las plazas gallegas. La poca práctica seguramente fue la responsable de que sus tardes estuvieran “divididas”, lo mismo salía con una oreja, que lo amenazaban con quitarle las suyas. Lo que nadie podía decir es que no pusiera empeño, ya que compaginaba el toreo de capa con el salto de la garrocha, o se atrevía a colocar unas banderillas con el arriesgado ejercicio de recibir al novillo “en silla”. Con Benjamín solían comparecer como su cuadrilla varios aficionados ourensanos ente los que destacaba por su arte con el capote Jesús Vázquez. 

 Ya como aspirantes, pero con cierto prestigio entre la afición ourensana, hubo también profesionales de la becerrada y las corridas cómicas. Tomás Aparicio “Macarrillo”, fundador de la conocidísima pastelería del mismo nombre ; Quiroga,“el Lucas”, “Furruncho”, “Bembley” y “el Niño de la Burga” conseguían congregar en la plaza a miles de espectadores llegando incluso hasta los 5.000 en los espectáculos que organizaba durante las fiestas el gremio del Comercio de la ciudad. 

Dedicado al amigo Manolo Outeiriño “Santa María”.

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