Discapacitados psíquicos y físicos piden el esfuerzo institucional para lograr su inserción laboral

Trabajadores que rompen barreras

La dedicación y el esfuerzo que imprimen a sus trabajos es su mejor carta de presentación. Desde el Edificio Simeón, hasta las termas de Outariz, el Campus o el sindicato de Aspanas, las personas discapacitadas se hacen presentes en la ciudad.
Se calcula que en Galicia una de cada 50 personas sufren algún tipo de discapacidad ya sea intelectual, psíquica o física, lo que representa una media de 6.720 afectados en la provincia.

Luis Garrido, en el Edificio Simeón; Jesús Yensen, en las termas de Outariz; Ana González, en el Centro Social de Aspanas, y Roberto Figueiras, en el Campus, son sólo algunos miembros de este colectivo que a pesar de las trabas de la propia sociedad, han logrado integrarse plenamente al mercado laboral.

Luis Garrido Gómez, natural de Verín, pertenece a la Asociación Down Ourense y trabaja como bedel en el Centro Cultural de la Diputación. A sus 35 años se siente orgulloso de tener el arte tan cerca y de ayudar en las labores diarias administrativas del Edificio Simeón.

Jesús César Yensen, de 48 años, es del colectivo Aspanas. Su trabajo consiste en dar mantenimiento y cuidado a las pozas de las termas de Outariz, procurando que mantengan siempre la temperatura correcta.

Ana María González Ferreiro, de 26 años, se convirtió recientemente en la delegada sindical de Aspanas, siendo además una de las mujeres más jóvenes en ocupar este puesto. Además, su alta capacidad intelectual le permite ser monitora de informática en el cíber que la entidad tiene en su centro social.

Roberto Figueiras, de 31 años, y también miembro de Aspanas, es un viejo conocido del Campus de Ourense. Desde el año pasado se encarga de repartir publicidad del programa ‘Intercultural’. No obstante, sus ganas de superación no quedan ahí, ya que hace años obtuvo el carné federativo de entrenador de baloncesto, sin olvidar que por las tardes trabaja como camarero. Es, además, un fiel militante del BNG, por lo que ahora está sumergido en las elecciones.

Luis Garrido Gómez: ‘Estar en contacto con la gente es muy divertido’

Luis Garrido Gómez, de 35 años, es miembro de la Asociación Down Ourense. Desde hace seis meses y gracias a un convenio entre la Diputación y la asociación, Luis trabaja como bedel en el Centro Cultural da Deputación, junto a varias compañeras que, afirman, ‘su dedicación es envidiable’.

Además, desempeña otras funciones como repartidor de documentación en el interior de la entidad provincial. ‘Me levanto muy temprano todos los días, pues mi trabajo me ilusiona mucho’, explica Luis, ‘tenemos que explicarle a la gente dónde están las exposiciones que quieren ver y, si solicitan alguna información, también se la damos,’, añade.

Se confiesa ‘amante del arte y de los colores fuertes’. Para él es un placer formar parte del equipo de bedeles del Edificio Simeón, pues ‘estar en contac to con la gente es muy divertido’. Aunque si por soñar se trata, explica que su mayor ilusión es conocer el resto de España, e incluso trabajar en grandes urbes como Madrid o Barcelona, y si le dan a escoger, él se decantaría por la Ciudad Condal, pues no pierde la esperanza de conocer a dos de sus grandes ídolos, al argentino Messi y al camerunés Eto’o.

Jesús César Yensen: ‘Soy muy afortunado, pues mi trabajo le gustaría a otros’

Jesús César Yensen, de 48 años, lleva dos años trabajando como personal de mantenimiento de las termas de Outariz. Su hermano gemelo, José Magnus, comenzó con él en este trabajo, pero la entidad a la que pertenece, en este caso Aspanas, decidió enviarlo a las brigadas de recogida de cartón por las calles de la ciudad. Sin embargo, Jesús tiene bien claro que no quiere dejar el complejo termal ‘por ningún motivo’, pues según dice, ‘me encanta estar cerca de la naturaleza y qué mejor que en Outariz donde la gente ya me conoce y charla conmigo’.

Antes de llegar a las termas, Jesús trabajó en el Centro Social As Burgas, fabricando carpetas y otros objetos relacionados con las manualidades. ‘En aquella época me di cuenta de que nosotros podemos trabajar en cualquier lugar, por eso quise salirme de ese trabajo y buscar algo al aire libre como en lo que estoy’.

Asegura, además, que es ‘afortunado’, pues el trabajo que tengo le gustaría a muchas otras personas que tuvieran alguna discapacidad’, por lo que pide a las instituciones ourensanas que ‘todos los nuevos proyectos de termalismo tomen en cuenta a los discapacitados para ocupar los puestos de trabajo’.

Ana María González: ‘La única opción es luchar por nuestra propia cuenta’

Ana María González Ferreiro, de 26 años, es una de las pocas mujeres que, a pesar de tener algún tipo de discapacidad intelectual, ha logrado convertirse en delegada sindical, en este caso representando a los afiliados al Centro Social Aspanas, en la Avenida Portugal. Ana estudió en el Colegio Concepción Arenal, una ‘época dura y difícil’ según recuerda, ‘pues los niños y jóvenes pueden llegar a ser muy crueles si tienes algún defecto evidente’. Al concluir sus estudios de ESO, cursó un ciclo medio de administrativo en el IES Portovello, para incorporarse después a la plantilla laboral de Aspanas.

Respecto a la situación de inserción laboral que vive actualmente su colectivo, Ana explica que ‘la gente está demostrando que quiere que nos integremos a los trabajos, pero las empresas aún no se están esforzando demasiado para que esto ocurra, creo que aún piensan que nuestras limitaciones pueden afectar a la productividad y eso es un error’. Por este motivo, invita al colectivo al que representa a ‘aceptar su discapacidad sabiendo que no hay vuelta atrás, y que nuestra única opción es luchar por nuestra propia cuenta’.

Roberto Figueiras, ‘La juventud es muy sensible con la gente discapacitada’

Roberto Figueiras García, de 31 años, y miembro de Aspanas, trabaja por las tardes en la cafetería de las termas de Outariz, aunque quizás su faceta más conocida es la de repartidor de publicidad del programa recreativo ‘Intercultural’ del Campus, en los alrededor del Edifico de Ferro. ‘Me gusta mucho estar en la Universidad’, dice Roberto, ‘pues los jóvenes tienen mucha sensibilidad con todas las personas discapacitadas, además de que le doy mucha importancia a mi trabajo pues la publicidad que yo hago repartiendo folletos es la base de la asistencia a los eventos’.

Las ganas de superación de Roberto no quedan ahí, pues hace años obtuvo el carné de entrenador de baloncesto, expedido por la propia Federación Gallega, e incluso ha formado parte del cuerpo técnico de entrenadores de los equipos Salesianos y Cruz Alta.

Otra de sus facetas es la de militante del BNG, por lo que en esta época está inmerso en la coordinación de mítines para las elecciones europeas, sin olvidar que su ímpetu lo ha llevado a participar en cursos de seguridad privada, hostelería y auxiliar de Biblioteca, en este caso en la CEO.

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