Las transferencias bancarias salvan de la crisis a la Iglesia

La Diócesis de Ourense celebra hoy el Día de la Iglesia Diocesana, en medio de una crisis sanitaria que arrastra problemas socioeconómicos. La Iglesia se adaptó y, pese a tener las parroquias cerradas al inicio de la pandemia, buscó otras vías para poder financiarse. “Para nosotros el 2020 fue un año duro, difícil a nivel económico, pero la gente entendió lo que ocurría y se implicó. Actuaron como la familia que somos y se apoya ante las dificultades”, reconoce Raúl Alfonso, delegado episcopal de Asuntos Económicos. El cepillo de cada misa dominical dio paso a nuevas vías para la donación. Las transferencias bancarias a través de Internet o nuevos canales de envío de dinero como “Bizum” ayudaron a que la Diócesis de Ourense hiciese frente a la pandemia el año pasado. “Tuvimos un descenso notable de los ingresos al principio, que se subsanó con las aportaciones que llegaron de otras formas que no eran las colectas dominicales”, explica Alfonso. Esto ayudó a que se compensase el incremento de los gastos generado por la adaptación a la normativa covid y a otros comunes que no se dejaron de pagar: “La gente se implicó y salvó a la Iglesia”, destaca. Supervivencia El presupuesto diocesano volvió a superar los 12 millones de euros, según Alfonso, especialmente gracias a la aportación de los fieles que se “multiplicó”. Las parroquias más grandes, por ejemplo las de la ciudad, eran las que más dificultades económicas se podrían encontrar al generar mayores gastos. Pese a ello, no consta que no pudiesen cubrir los gastos: “No tenemos conocimiento de que las parroquias pasasen por grandes problemas económicos”, asegura Alfonso. El delegado de Asuntos Económicos reconoce que “esquivaron el envite” de la pandemia a diferencia de otras diócesis: “Hay casos en el sur en los que se tuvieron que pedir préstamos para hacer frente a los gastos. Para nosotros no fue así y fue gracias a que la gente reaccionó como familia para apoyarnos”. Esto fue posible gracias a implicaciones económicas, casi el 50% derivadas de la Renta y en torno al 40% de donaciones de los fieles. La ayuda no fue solo con dinero, también con el tiempo de los voluntarios que ayudaron con los protocolos covid para reabrir los templos y recuperar su actividad. Las parroquias integran las nuevas tecnologías La pandemia del coronavirus obligó a las parroquias a cerrar sus puertas, con los fieles confinados en sus casas. Las nuevas tecnologías jugaron un papel clave para que las misas llegasen igualmente a los hogares de los fieles. “Nos hemos puesto al día”, reconoce Raúl Alfonso. La creación de redes sociales o la transmisión de las eucaristías por plataformas como YouTube ayudaron a mantener a las parroquias unidas pese a la distancia generada por la pandemia. “Se incorporaron nuevas tecnologías para llevar a la Iglesia más allá de los templos y fue gracias a la colaboración de todos. Si la Diócesis de Ourense tuviese que asumir ese gasto, posiblemente no se hubiese hecho”, señala Alfonso. Una de las iniciativas que destaca es la formación de catequesis, que se desarrolló vía online para muchos niños en sus parroquias. La implicación de los catequistas, que emplearon más horas para estas clases, permitió que los más pequeños no se quedasen atrás para recibir su Primera Comunión.