La vanidad del dinero público

Bruselas financia, pero quiere el agradecimiento de sus beneficiarios, aunque ese agradecimiento cueste dinero. Decenas de miles de euros han tenido que dedicar el Adif y las empresas adjudicatarias de las obras de la línea gallega de alta velocidad para satisfacer la vanidad de una burocracia comunitaria que entra en el detalle de cómo han de figurar los logotipos de la Unión Europea, de los programas operativos de desarrollo regional financiados con fondos FEDER, e incluso el texto que tiene que reflejar: "Una manera de hacer Europa", por ejemplo. Cuando la subvención un gabinete o una pequeña empresa para que pueda tener una página web, los logos y las frases deben de aparecer en lugar destacado en esa web. Pero ¿Cómo se resuelve cuando el objeto de la cofinanciación es una obra de la envergadura de la línea de alta velocidad a Galicia? Bruselas obliga a colocar vallas con sus logotipos y la inversión cofinanciada mientras duren las obras Decenas de miles de euros están destinados a un inútil ejercicio de propaganda donde no hay población En algunos puntos se llegan a acumular hasta tres vallas seguidas, más de diez metros de impacto visual Absolutamente toda la comunicación que se realiza alrededor de esa obra tiene que llevar las estampitas de la UE y el programa de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (FEDER). Desde las notas de prensa que remite el Adif a los medios de comunicación hasta los informes que redactan los técnicos de las empresas consultoras que auditan el trabajo de las constructoras, pasando por comunicaciones en páginas web, redes sociales, etcétera. La Unión Europea, en su reglamento 1303/2013 fija que cada estado miembro debe asignar un responsable de comunicación e información solo para estas materias (artículos 116 y 117), que vigilan ojo avizor que el tamaño de los logos no sea menor del que mandan las autoridades comunitarias, ni las dimensiones de las vallas en las que se anuncian las obras que se van a realizar o se están realizando, sean inferiores a lo que está estipulado según el presupuesto de las mismas. Cada uno de los más de cincuenta contratistas que han resutado adjudicatarios de contratos de obras y servicios en la línea del AVE eran advertidos en el pliego de que tendrían que cumplir con las obligaciones publicitarias que la posible cofinanciación comunitaria imponía. El resultado es un gasto de decenas de miles de euros para la colocación de decenas de vallas publicitarias con las que ha sido sembrado el entorno de las obras desde la estación de Ourense hasta Olmedo, como anteriormente, entre Ourense y Santiago de Compostela. El objetivo que marca la UE en el reglamento antes citado es difundir ante el público la participación de los fondos comunitarios en el desarrollo de la obra, para lo que cada contrato derivado de la misma debe de llevar aparejada la colocación de un "cartel temporal de tamaño significativo en un lugar visible para el público". Y aunque la línea de alta velocidad es una obra, pero su ejecución fue fraccionada en decenas de contratos (solo en la provincia de Ourense ya pasa de cincuenta, más de treinta relacionados con labores constructivas de la infraestructura y la superestructura), cada uno de esos contratos ha dado lugar a un cartel "de tamaño significativo", ciertamente bien visibles, pero colocados en los lugares más insólitos. Por ejemplo, el cartel relativo al contrato del subtramo del túnel de O Cañizo se encuentra en una vía de servicio que el Adif construyó entre otros cometidos, para que sirva de vía de escape de la salida de emergencia de dicho túnel. Eso significa que el único público que podrá verlo es aquel que tenga que salir a escape del túnel en caso de un incidente que obligue a los viajeros a abandonar el tren y salir a la carretera general, algo por otra parte, muy poco probable, afortunadamente. O las vallas que publicitan el subtramo Porto-Meamán, se encuentran en en la estación de Vilar de Barrio, en la que nunca para ningún tren y tendrián escaso impacto mediático, si no fuese porque damos cuenta de ellas en esta crónica. Decenas de vallas enormes Son decenas de vallas, con unas dimensiones proporcionadas al gasto público (3 metros de longitud si son menos de seis millones de euros, cuatro, si son más) y muchas de ellas duplicadas y triplicadas, como sucede ante la futura estación de A Gudiña, donde además de publicitar un subtramo de la línea, también lo hacen de la construcción de la estación. ¿Y qué pasa cuando no hay aportación de los fondos de desarrollo regional, los FEDER de la UE? Pues entonces también hay cartel, pero sin los logotipos de la Unión Europea. Ahí solamente se exhiben los del Gobierno de España, el Ministerio de Fomento y el Adif, como sucede delante de la base de Meamán, para anunciar el importe de la inversión y las empresas adjudicatarias. Tanto en los que llevan el imperativo fijado por la UE, como en los que son colocados por las autoridades nacionales, no prima el criterio informativo. No se dan detalles técnicos ni características de las obras, ni se informa de quiénes son los técnicos como en los carteles que exhiben las obras de construcciones privadas. Es mera propaganda llena de frases elocuentes y los logos de los organismos responsables. Las vallas que predican en el desierto Es la España vaciada la que ha sido llenada de vallas. En Zamora, en el Macizo Central Ourensano, en los bordes del Invernadeiro... Su público está formado por jabalíes, corzos, rebaños de ovejas y cabras y algún veterano pastor que las guía y que nunca utilizará esa infraestructura. No están donde los potenciales usuarios. Son carísimas vallas que predican en el desierto.