Final feliz para el rocambolesco secuestro de una galleta gigante

El rocambolesco secuestro de la galleta dorada gigante que ondeaba sobre la horno familiar Bahlsen de Hannover (Alemania), reivindicado por 'Triky', el monstruo de las galletas de Barrio Sésamo, tuvo ayer un final feliz aunque sin respuestas. Seis meses después de que el emblema de la fábrica galletera desapareciese una noche sin dejar rastro, los 20 kilos de dulce regresaron a su lugar, el ornamentado pendón a hombros de dos forzudos metálicos sobre el portón del edificio de 1911 de su sede central.
Bahlsen organizó ayer un pequeño acto para restaurar la galleta -convertida ya en icono mediático en Alemania- y tratar de pasar página cuanto antes, pese a que el misterioso secuestro sigue sin haberse resuelto. 'El Monstruo de las Galletas nos robó algo y nosotros lo hemos recibido de vuelta. El asunto está, para nosotros, cerrado', zanjó Werner Bahlsen, presidente de la empresa y descendiente de los fundadores.

Atrás queda, o eso espera la dirección de esta conocida empresa familiar, la estrambótica pesadilla de la desaparición de la galleta, la petición de rescate de 'Triky' por carta y su posterior hallazgo, colgada del cuello de la estatua de un caballo rampante. 'Estamos muy contentos de que hoy vuelva a colgarse el original', agregó Bahlsen, responsable de una empresa fundada en 1889 y que factura más de 500 millones al año.

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