María Blanco viene desde Pamplona junto a su marido y su hijo cada verano a disfrutar de sus raíces cada año. Su familia no ha dejado de venir ningún año a Trives.
¿Como fue su infancia en Trives?
Yo disfruté mi niñez en Castro, allí nací y me quedé con mi abuela mientras mis padres vivían en Francia por trabajo. Aquí están los mejores recuerdos, y desde que me fui con mis padres, al acabar el colegio volvía a pasar todo el verano aquí. Cuando sabíamos que tocaba marchar de nuevo siempre nos íbamos llorando.
Creo que no puedes saber lo que es la morriña si no eres gallego
¿Que es para usted regresar cada año?
Pues el poder ver al resto de la familia, además mi marido también es de aquí, con lo que venir a ver la familia es algo que los dos necesitamos. Es nuestra casa, nuestras raíces.
Hablando de morriña, ¿cómo lleva la distancia de esta tierra el resto del año?
La verdad que en la Clínica Universitaria de Navarra somos varios compañeros gallegos y celebramos nuestra ‘comida de los gallegos’, y es algo que para nosotros ya es tradición. Al igual que mi familia en Pamplona hacemos una comida para celebrar el Santiago como Patrón de Galicia.
Tenemos comida de gallegos allí en Pamplona
Usted es una de las científicas retratadas en un mural del pueblo, ¿Que le ha parecido la iniciativa y el resultado final?
Es un orgullo que se nos valore cada día más a las mujeres científicas, es lo que más destacaría. Por supuesto, siempre es muy agradable que pensaran en mí para algo tan positivo. Además destacar el gran trabajo de la Asociación de la Ciencia es Femenino.
Cuando nos vamos, siempre lo hacemos con tristeza
Si tuviera que hacer un balance positivo y negativo, ¿Que destacaría?
Negativo la verdad que no encuentro nada. Positivo, la comida por supuesto, y también nuestra zona, su entorno, paisajes, Sobrado, Ribeira Sacra
¿Por qué elige Trives para veranear cada año?
Son mis raíces, mis recuerdos de niñez y adolescencia, así que es algo que necesito. He viajado mucho, pero siempre he sentido la necesitad de venir a la tierra, la sensación de tener pueblo y mantener contacto con nuestra gente.
