Reportaje

Chaguazoso: una fuente por cada diez habitantes

Fonte Darriba, uno de los manantiales del municipio.
photo_camera Fonte Darriba, uno de los manantiales del municipio.

La localidad de A Mezquita conserva una de sus señas de identidad, los manantiales, que han sido fundamentales en la supervivencia del pueblo en el último siglo

Chaguazoso es una de los diez núcleos de población con los que cuenta el Concello de A Mezquita y tiene, entre otros, un encanto que llama especialmente la atención al pasear por sus calles. El número de manantiales de agua que brotan de la tierra es muy abundante, contando con un total de catorce fuentes catalogadas. 

La razón de esto reside en la cantidad de habitantes con los que contaba en la época de los años veinte. En 1924, Chaguazoso tenía alrededor de setecientos habitantes. Esto obligó a dividir fincas hasta llegar a un minifundismo que aún perdura a día de hoy. Existen fincas de dimensiones minúsculas. Son el reflejo de un pueblo con sobrepoblación que tenía que explotar todos sus recursos para sobrevivir. La cantidad de fincas distribuidas en el perímetro de Chaguazoso obligó a crear un sinfín de puntos de agua que garantizaran la subsistencia de la producción agrícola, del ganado y de los propios habitantes. 

Progresivamente la emigración hacia Chile, Argentina o Cuba de muchas de las familias hizo menguar el número de habitantes considerablemente, siendo a día de hoy un total de 136 vecinos. El número de fuentes y minas sigue siendo el mismo, tocando a uno por cada diez habitantes. Chaguazoso, sus fuentes y minas tienen un encanto especial, así lo consideró también Mario Conde, quien instaló su residencia allí durante varios años. 

Cada uno de estos lugares tiene una denominación y una historia diferente. Un sin fin de leyendas que los vecinos cuentan orgullosos a todos los visitantes. Fonte da Forxa, Mina de Caramañola, Fonte da Gata, Fonte da Pipela… 

Llama especialmente la atención la historia de tres de ellas. Fonte da Forxa, situada al fondo de Chaguazoso era el lugar utilizado para ferrar los carros. Allí, el herrero de la aldea dotaba a las ruedas de los carros con un arco de hierro para evitar un deterioro prematuro. Y es que, según cuentan los vecinos, eran múltiples los oficios a los que se dedicaban los oriundos, telleiros, ferreiros, campaneiros… había una cuantía importante de ocupaciones tradiciones que le permitían ganarse la vida. 

Otra de las minas que llama la atención por lo que allí ocurrió era la conocida como Fonte das Ferrochas. Cuenta con dos entradas diferenciadas frente a una poza en la que se almacena el agua. Esta estructura fue utilizada por un conocido profesor, Eduardo Cifuentes, para refugiarse tras la Guerra Civil e impedir su fusilamiento. Mientras muchos otros optaron por el bosque o pequeñas cuevas, Eduardo vio en este hueco un lugar perfecto para sobrevivir, y así fue. Tras un tiempo oculto en el que subsistía con los víveres que le suministraban familiares, logró salir sin ser condenado a muerte. 

Majestuosidad

La tercera, Fonte Darriba es la más majestuosa. Cuenta con varios caños y pilas de dimensiones considerables. Situada en una de las plazas del pueblo, era el punto de encuentro entre mozas y mozos de Chaguazoso. 

Este ha sido el punto de partida de muchos matrimonios que aún hoy siguen haciendo alarde de su amor. El tiempo allí era para flirtear y es que, se dice que algunas mozas vaciaban el cántaro de agua a medio camino para retornar y pasar otro lapso junto a su enamorado. 

Según la tendencia, el número de habitantes se irá reduciendo progresivamente y la pena de sus habitantes es "que os novos non coñezan estas cousas, que non poidan contarllo aos seus descendentes para que isto perdure no tempo", asegura uno de los vecinos. 

Aunque ya lo han intentado en otra ocasión, su ilusión es crear una ruta guiada por cada uno de los manantiales que ponga de manifiesto los relatos que estas y minas tienen que contar al mundo. 

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