Cartas al director

Una lección de dignidad

 “La dignidad es el respeto que una persona tiene de sí misma y quien la tiene no puede hacer nada que lo vuelva despreciable a sus propios ojos” (Concepción Arenal).

Este pasado sábado, Ángel Hernández el hombre que ayudó a su mujer María José Carrasco a morir dignamente, nos ha dado una lección de dignidad si antes ya nos había dado otra de amor a su compañera. Actualmente se encuentra a la espera de juicio que tendrá lugar en un Juzgado de lo Penal, “especializado en violencia machista”, acusado de cooperación al suicidio. Me es difícil encajar el relato de los hechos con la norma punitiva aplicable. No se dan ad literam en el Código Penal español. Violencia machista o de género viene definida en el artículo 173.2 del CP: “El que ejerza habitualmente violencia física o síquica sobre quien sea o haya sido su cónyuge o sobre persona que esté o haya estado ligado a él por una análoga relación de afectividad aún sin convivencia…” ¿Se ejerce violencia cuando una esposa le pide a su compañero que le ayude a terminar para siempre tanto sufrimiento en una enfermedad irreversible? Violencia se daría, física y síquica, dejar que la persona que amas la sigues torturando, al permitir que se vayan incrementando sus dolores, prolongando su agonía.

Al fin, aquella lucha suya, como la de otros más, entre ellas la más mediática fue la de Ramón Sampedro, ha traído consigo la aprobación reciente de la Ley de Eutanasia. Más lo que me trae a este espacio, ahora, la figura de Ángel Hernández es un vídeo en el que rechaza la propuesta de Unidas Podemos de concurrir en su lista para las próximas elecciones para la Asamblea de Madrid. Agradece el ofrecimiento, pero aduce dos razones. La primera su edad. No sería óbice alguno. Aunque su aspecto denota cansancio. Han sido los dos últimos años muy duros en su lucha para que se legislase a favor de la eutanasia. La segunda razón que aduce, es que de lograr escaño en la Asamblea le permitiría gozar de unos privilegios en el campo de lo penal. Privilegios que no desea. Asume consciente su destino como un ciudadano más. Se siente recompensado al haber luchado por el reconocimiento legal a una muerte digna, cuando la vida es una tortura predecible y continua.

Ángel Hernández siempre ha sido un hombre que ha luchado por las libertades en su país. Sufrió la represión en el tardo franquismo, como fue la cárcel y el exilio. Una persona comprometida con su ideario, con su honestidad. Un paradigma de dignidad, que tanto escasea en nuestra clase política. ¡Chapó por quienes han circulado su vídeo por las redes sociales! Toda una lección de honestidad, que engrandece al ser humano.