Cartas al director

Inhalando aire abrileño republicano

“Yo no he cedido nunca en denunciar la falsedad del régimen actual, la falsedad de la Monarquía, yo no he aceptado jamás que tengamos un rey designado por Franco. No acepto la Monarquía, no acato la Constitución; digo lo que siento, y si quieren meterme en los tribunales, que me metan, me da igual” 

(Antonio García-Trevijano Forte, 1927-2018). 

No he faltado, como espero no faltar en el ya corto camino que me aguarda hasta el último exhalo vital, en la consuetudinaria cita con un aniversario más de la proclamación de la II República Española. Homenajeo a aquel breve paréntesis democrático con la esperanza de que, más pronto que tarde, florezca una nueva y duradera III República en esta España de Borbones, históricamente depravada dinastía, lisonjeada por corruptos bribones y saqueadores de fondos públicos. Frente a estos es encomiable la honestidad legada del jurista y político García-Trevijano.

Me cuesta hablar o escribir sobre la puesta en escena llevada a cabo por esta clase política española y sus afines medios de comunicación. “La causa más relevante de que España se encuentre cada día más desvertebrada y empobrecida es que tenemos la clase política más ignorante, más antipatriótica y corrupta de nuestra historia” (García-Trevijano). Aquí el todo vale. Aun por encima se sienten agraviados, cuando son destinatarios de la necesaria y sana crítica que debe darse en todo régimen democrático. Pero, ¿hay algo más antidemocrático que una Jefatura de Estado vitalicia, hereditaria, no transparente, e inviolable civil y penalmente?

¿Fue democrática la prohibición de legalizar a aquellos partidos declarados expresamente como republicanos en concurrir a las elecciones del 15-06-77 para la formación de las Cortes Generales que elaborarían la Constitución Española en donde se aprobaría la forma de Estado como Monarquía Parlamentaria? Ya aprobada, serían legalizados el 02.08.1977. A los republicanos se les hurtó el derecho a debatir su negatividad monárquica. ¿Por qué no se articuló un referéndum previo para que la ciudadanía decidiese entre Monarquía o República? ¿Por miedo a no cumplir los deseos del dictador fallecido de que heredase la Jefatura de Estado un monarca Borbón? Para ello se instituyó al Ejército como garante de la Constitución, de la prevalencia del poder monárquico sobre otros poderes y de la unidad territorial nacional. 

Abandono el teclado al delatar palabras que invitan a contaminar el aire, cuando mi propósito era inhalar el aire abrileño republicano. Ese aire que inhalaba y que inspiraba a la lírica de Rafael Alberti: “Republicana es la luna,/ republicano es el sol,/ republicano es el aire,/ republicano soy yo”... ¡Salud y República!