Cartas al director

¿Qué ha pasado?

El desastroso e inesperado resultado de la pasada noche electoral ha sido un batacazo a las derechas y a la gente de orden y bien en España.

Todas las encuestas (exceptuando claramente el CIS y El País) daban un mínimo de 143 escaños al PP y de ahí en adelante. Pues bien, no ha sido así. Es más, los fallos de las encuestas no han sido de 3 o 5 escaños, si no de 15. La verdad es que se esperaba otra “ola azul” en estas elecciones como en las pasadas del 28M. Una ola que a pesar de ser la ganadora, por ser la lista más votada, no conseguirá un gobierno de derechas en coalición.

La única opción de pactos que tiene el PP en este momento es la siguiente: PP, Vox, UPN y CCA. Pero aun así, estarían a 5 escaños de una mayoría absoluta. Y aunque llegaran a una mayoría absoluta, ésta sería muy justa, en contra de lo que se pensaba. Por otro lado, el Partido Socialista tiene muchas opciones de pactos a pesar de faltar le 23 escaños haciendo una coalición con Sumar. Al señor Sánchez no le importa pactar con Bildu (o como siempre fue, ETA) o con ERC. Dos grupos, uno terrorista causante de la muerte de 800 personas inocentes y otro con un golpe de estado a sus espaldas. Dos partidos que deberían ser ilegales por sus antecedentes. Aun a estos, habría que sumarle los de PNV y el escaño del BNG. 

Como gallega que soy me siento terriblemente decepcionada y avergonzada de que el nacionalismo gallego que siempre fue de la derecha este ahora en manos de la izquierda. Este no es el nacionalismo de la gente de la calle, este no es el nacionalismo en el que la gente cree. En el resto de España se ha creado una confusión respecto al nacionalismo gallego y los culpables son los progres que lo llevan como bandera.

La única opción para que se produzca un bloqueo es la abstención de JxCat, que ya ha advertido que no harán presidente a Sánchez a cambio de nada y que su prioridad es Cataluña.

La única esperanza que me queda para ver gobernando a la derecha es que el partido de Puigdemont ponga un precio tan alto, que ni los pocos escrúpulos o la poca conciencia de Sánchez le permitan aceptar.