Cartas al director

¿Cómo sería un mundo sin perdón?

Muchas personas son ofendidas. Las ofensas abundan en todos los ámbitos humanos: humillaciones, insultos, aislamientos, bullying, violencia, etcétera . Y ese daño sufrido puede quedar retenido y alimentar más dolor. ¿Cómo resolver este problema? ¿Es el perdón la solución? Pero, ¿qué es perdonar? ¿En qué consiste? ¿Basta querer para lograrlo?

Como el asunto es complejo y profundo, voy a señalar brevemente lo que puede ocurrir si no se perdona: en primer lugar, esa herida no curada puede dar lugar al resentimiento, una especie de envenenamiento psíquico que amarga toda una vida y que suele manifestarse en una ironía amarga, odio camuflado, pesimismo, etcétera.

Otra salida distinta de la ausencia del perdón es la venganza. Pero como se suele decir: “El placer de la venganza es fugaz”, y a la larga el sufrimiento es aún mayor.

Lo mejor, pero lo más difícil, es perdonar de manera total, pero para ello hay que estar dispuesto a recorrer un largo camino, una peregrinación personal que pase por: en primer lugar, decidir no vengarse; en segundo lugar, mirar con ojos nuevos al ofensor, poniéndose en su lugar; reconocer la herida, para poder luego perdonarla, y sobre todo, abrirse al regalo del perdón sin obstinarse.

Como todas las cosas grandes, el perdón es un don, indispensable para ser feliz.