Cartas al director

Conversaciones en Outariz: El pensamiento

“Pienso, luego existo” (Cogito, ergo sum). René Descartes, filósofo francés del s. XVII

La banalidad reinante de muchas personas choca de lleno -y esto no es una simple ocurrencia matutina de un escribiente despistado- con los muchos y preocupantes problemas actuales de las personas y de la sociedad en general. No es tarea fácil toparse con amigos, vecinos o simplemente ciudadanos que se refugian, ante cualquier inquietud vital, en tópicos de lenguaje balbuceados en la televisión o en las redes sociales. No olvidemos tampoco el fútbol, la gran escapatoria calculada de todo tipo de problemas de la gente, tanto seglar como perteneciente a instituciones religiosas.

No he tenido la posibilidad de poder convencer a algún amigo del beneficio de las aguas termales. Hoy he tenido suerte. Se trata de un antiguo colega en la enseñanza de Filosofía en un centro escolar que ha sido trasladado a mi ciudad, mi buen amigo René. Ya podíamos volver a filosofar sobre tantas cosas, aprovechando las saludables, acogedoras y voluptuosas aguas termales de las pozas termales de Outariz.

Hoy se habla mucho -inicia René- de “pensamiento líquido”. Personalmente, prefiero llamarlo “pensamiento vertical o lineal”, carente de imaginación y de capacidad creativa en la resolución de problemas, contrapuesto al “pensamiento lateral”, abundante en las dos cualidades citadas. Esta atractiva hipótesis la expuso el polifacético “entrenador de pensamiento” Eward Bono, en su libro “New thinking”, en el que desarrolla la capacidad de la imaginación creativa en la resolución de problemas. Justamente, el pensamiento se define como la capacidad de considerar diversas posibilidades de análisis en la resolución de problemas. Más allá del uso de las orejeras del mulo, que solo le permiten ver la realidad desde un ángulo frontal muy reducido. 

Ambos colegas nos encontrábamos inmersos en la benefactora “aqua salutis” y satisfechos de superar -puede que suene a soberbia- las conversaciones banales que escuchábamos a nuestro alrededor. Hoy, más que escuchar, tocaba compartir, comentar, filosofar, que por algo filosofía significa “amiga de la sabiduría”. Camino del vestuario, nos regodeábamos planteando -¿engreídos?- algunos interrogantes:

¿Constituimos los españoles un pueblo culto? ¿Tomamos en serio, profundizamos en los problemas que nos afectan, sea a nivel privado y/o general? Buena pregunta para recalentar el caletre del interesado en este tema. Porque, según Edmund Burke, padre del liberalismo británico: “La primera y más simple emoción que descubrimos en la mente humana es la curiosidad” . Así debería ser también hoy, y con urgencia.