Opinión

Un ahorro carísimo

En ese afán de convertirse en campeones de la austeridad, a algunos líderes políticos se les ha ido la mano con las tijeras. Las han usado con criterios temerarios, inútiles a medio plazo y dolorosos para la mayoría de la ciudadanía. No han recortado los gastos realmente cuantiosos, supérfluos e innecesarios. Han ido a punta de navaja contra los intereses de empresas y familias, sin racionalizar ni reducir de forma significativa los graves lastres económicos que se esconden en el aparato administrativo en el que se mueven como pez en el agua (turbia) los políticos. No tienen reparo en recortar las aportaciones a colectivos que realizan servicios tan esenciales como prestan Abeiro, Atox o Proyecto Hombrea los toxicómanos ourensanos. Son débiles, son minoría. Son las víctimas de estas políticas de austeridad que tan caras salen a una sociedad.

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